Dialogar con insensatos

Dialogar con insensatos
Por:
  • Valeria-Martija

Cada año releo la Política de Aristóteles y el Critón de Platón para preparar mis cursos en la Universidad. Y aunque hay conceptos que están fuera del marco de discusión social de nuestros días, en cada relectura –también– encuentro ideas y argumentos que continúan siendo vigentes.

Dice Platón, en el “Critón o del Deber”, que es una desvergüenza dialogar con los insensatos pues sus opiniones son infundadas, caprichosas y carentes de conocimiento. Sostiene, además, que no es inteligente poner atención ni a los reproches, ni a los halagos de cualquiera sino solamente a las de aquellos que pueden fundamentar sus posturas. Es decir, hay que menospreciar las palabras de los insensatos y escuchar las opiniones de los hombres sabios.

Aristóteles, por su parte, nos ofrece un retrato de cuerpo entero de Donald Trump cuando sostiene que: “No hay nadie que pueda considerar feliz a un hombre que carezca de prudencia, justicia, fortaleza y templanza, que tiemble al ver volar una mosca, que se entregue sin reserva a sus apetitos groseros de comer y beber, que esté dispuesto, por la cuarta parte de un óbolo, a vender a sus más queridos amigos y que, no menos degradado en punto a conocimiento, fuera tan irracional y tan crédulo como un niño o un insensato”.

Trump no tiembla al ver volar una mosca pero sale de sí a la menor provocación en Twitter; es un hombre famoso por sus excesos y devaneos sexuales –invitó a su examante al debate, por ejemplo–; que no sabe de amistad ni de lealtades. Pero, fundamentalmente, es irracional e insensato. Y ese perfil lo imposibilita para muchas actividades pero, principalmente, para ser presidente.

El debate del lunes fue una muestra de lo lejos que puede llegar el absurdo político y, también, de lo peligroso que es. Por eso, hay que privilegiar la razón, el profesionalismo y la ética por encima del capricho por el poder. Trump ha sido una pesadilla electoral que, confío, terminará pronto.

Vivimos en un mundo en el que se ha confundido la libertad de expresión con el derecho a la insensatez pues se ha perdido de vista que no toda opinión es una buena opinión. Se vale disentir pero no es necesario ni escuchar, ni considerar, los absurdos argumentativos ni los exabruptos nerviosos de los insensatos.

Quiero imaginar una relación de convivencia en la que los participantes miren hacia el mismo horizonte político; en la que se solucionen los problemas atendiendo a la razón y la decencia; en la que la amistad entre las partes haga del camino, de los baches y de las desviaciones, la mejor experiencia de la vida. Pienso que es deseable y posible; pero, todavía más, sé que es lo que nuestras sociedades se merecen.

Espero con ansia la mañana del nueve de noviembre de 2016 cuando, al fin, los medios podamos silenciar la retahíla de barbaridades que suelen ser los discursos de Trump.

valeria.lopez@anahuac.mx

Twitter:@ValHumanrighter