El crimen en Suecia

El crimen en Suecia
Por:
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Angélica Ortiz Dorantes

Las postales de Suecia retratan bien lo que un turista puede ver en unos días y con ganas de pasarla bien: un país impecablemente limpio, rodeado de agua, cuyos jardines públicos son, como dirían los árabes, paraísos en donde se puede conversar largamente sin temor a ser víctima de un asalto. Se sabe que el nivel económico de los suecos es altísimo y, cuando uno visita este lugar, puede darse cuenta de que es así, se nota en todo: transporte público de lujo, restaurantes y pequeñas tiendas con objetos que, de tan caros, son imposibles de comprar (al menos para mí). Este sitio parece poco propicio para el crimen. Sin embargo, esta tierra debe tener algo más pues, de unos años para acá, son varios los escritores que han hecho de la novela negra un éxito; en ella, Estocolmo, Fjällbacka, Hesjövallen y otras poblaciones pasan de ser lugares amigables para convertirse en el escenario de homicidios, secuestros, violaciones.

En el género de novela del crimen el autor sueco más conocido es Stieg Larsson, que escribió su trilogía Milenio —publicada póstumamente pues el autor murió de un infarto cuando acababa de subir las escaleras del edificio en que trabajaba— en la que su heroína, Lisbeth Salander, enfrenta desde el abuso sexual de su tutor hasta la lucha contra el tráfico de indocumentados que encabeza su padre a quien ella intentó matar pues golpeaba brutalmente a su madre. Lisbeth posee gran inteligencia que la lleva, a su vez, a cometer delitos bancarios que quedan impunes. La historia comienza cuando el periodista Mikael Blomkvist es sentenciado a unos meses de prisión por haber publicado una noticia contra un poderoso financiero a quien, con unos papeles que le hicieron llegar, acusaba de corrupción. Los documentos resultaron falsos, todo era una trampa en la que el periodista cayó. Cuando sale de la cárcel, un anciano millonario lo busca y le asegura que el financiero es un corrupto y que él le dará las pruebas; a cambio, le pide que le ayude a investigar la desaparición de su sobrina favorita. Blomkvist será auxiliado en su investigación por Salander y ambos descubrirán que, tras esa desaparición, hay una red criminal que los tiene en la mira.

Pero Larsson no es el único que, como diría Vargas Llosa, ha pintado a Suecia como una sucursal del infierno. Otros autores, entre ellos algunas mujeres, también imaginan (o conocen) un país donde el crimen es cosa de todos los días. Camilla Läckberg, quien estudió ciencias económicas y trabajó en una empresa ejerciendo su profesión durante algunos años, ha publicado varios libros. Sus obras tienen como protagonistas a un matrimonio de detectives. En Crimen en directo el comisario Patrick Hedström deberá resolver la muerte de una mujer que, aparentemente, fue víctima de un accidente de tráfico. Hedström descubrirá unas extrañas marcas en el cuello de la víctima y que hay una relación entre esta muerte y otros asesinatos que tuvieron lugar en el pasado en diferentes lugares de Suecia (Maeva, 2010).

Henning Mankell ha creado al detective Kurt Wallander —que ha sido llevado al cine y la televisión— en El Chino un fotógrafo descubre, una mañana de enero de 2006, brutalmente asesinadas a 19 personas. El crimen tiene su explicación en una historia que comenzó muchos años antes: en 1860 cuando miles de chinos fueron obligados a trabajar como esclavos en la construcción de un ferrocarril en la Costa Oeste de los Estados Unidos. Una cinta roja de seda será la primera pista para dar con los autores de este homicidio múltiple (Tusquets, 2008).

Otro botón de muestra en la lista de los autores suecos que se han ocupado de escribir sobre crimen es Asa Larsson. Esta abogada fiscalista ha creado a otra abogada como su personaje central: Rebecka Martinsson. En Sangre derramada la sacerdotisa luterana Mildred es encontrada muerta con signos de tortura. A pesar de que han pasado varios meses del crimen, la policía no encuentra pistas que le permitan descubrir y castigar al culpable; por razones de trabajo, Rebecka acude al poblado de Kiruna donde sucedió el asesinato y donde ella pasó toda su infancia. La policía local contacta a Martinsson para que le ayude a descubrir el misterio (Seix Barral, 2010).

En la novela negra sueca estas ciudades impecables, apacibles, se manchan de sangre. Los habitantes de estas poblaciones, aparentemente tan fríos, parecen tener un incendio en el corazón y ser llevados por su pasado, sus odios, sus temores o sus ambiciones a cometer crímenes terribles. Leer la novela negra escandinava es encontrar otro rostro, por lo menos en la ficción, de este lugar aparentemente perfecto.

angelicaortiz@vomabogadospenalistas.com