Europa: entre identidad y odio

Europa: entre identidad y odio
Por:
  • montserrats-columnista

El concepto de la identidad es complejo y elusivo. Los mexicanos lo sabemos de primera mano pues llevamos mucho tiempo luchando por comprender qué es lo que nos identifica como mexicanos. Mucha tinta ha corrido sobre el tema y tal vez por eso no nos sentimos tan incómodos ante la falta de respuesta a la pregunta por nuestra identidad nacional. Europa es nueva ante esta incertidumbre.

En Europa encontramos naciones que solían estar claramente identificadas, aunque se tratara de territorios relativamente reducidos. La delimitación de fronteras políticas ha sido causa de muchos conflictos bélicos que buscaban salvaguardar las identidades nacionales. Sin embargo, hoy en día los fenómenos migratorios y la globalización han retado estas concepciones nacionales y provocaron el renacer de las ideologías de extrema derecha.

El tema no puede ser más espinoso. Tomemos como muestra la manifestación nacionalista de este sábado en Polonia. Se trata de una marcha anual en el marco de los festejos de la independencia polaca. Esta celebración suele estar acompañada por pancartas en las que se exalta el orgullo nacional, el cristianismo polaco y su cultura, así como su papel dentro de la conformación de Europa. No obstante, este año aparecieron mensajes que incitaban el odio y la división: algunos alababan a la “Europa blanca”; otros pedían un “holocausto islámico”; muchos más vociferaban en contra de los refugiados que han llegado a Europa huyendo de los conflictos en sus regiones de origen.

Se dice que la gran crisis europea es resultado de su debacle moral. Esta idea se vio reflejada el sábado cuando los manifestantes exclamaban el lema “Queremos a Dios”, señalando que era vital regresar a los valores cristianos que fundaron su nación y que fueron pilares de toda Europa. Los valores cristianos, me parece, tienen que ver con poner a la persona y su dignidad en el centro de la vida pública. Es la cultura de los derechos humanos, de la dignidad y del respeto. Estos valores no pueden ir de la mano de la xenofobia.

Es preocupante y farisaico que no se proteja al oprimido, que no se ayude al hambriento, que no se defienda al débil. Es indignante que justo en Polonia, considerando su historia, se proclame la fe y se proponga la aniquilación de otra religión. Debemos tener mucho cuidado con nuestras palabras, incluso en nuestro país ya se escuchan posturas que confunden el terrorismo de inspiración islámica con el islam.

Que Europa —y probablemente el mundo entero— haría bien en recuperar y defender los valores que afirman a la persona humana, es un hecho. Pero defender a la persona va mucho más allá que una simple pancarta. Afirmar a la persona humana trasciende fronteras e ideologías.