Faenas

Faenas
Por:
  • larazon

Gamés ocupó una barrera de sombra en la Plaza México y recordó el tiempo feliz en el cual prendía puros Ashton y bebía single malt de una ánfora perfecta. El Juli vistió sedas azul turquesa. Al cuarto de la tarde le hizo una faena apretada que el matador quiso iniciar con tres tafalleras de antología y el capote pegado al cuerpo.

Con la muleta, el matador decidió dos tempranas dosantinas que incendiaron la plaza y la esperanza de una faena descomunal. Mil Tardes, un ejemplar de Xajay bien presentado, pasaba bien por la izquierda y El Juli le tendió cinco naturales y lo llevó a los medios, donde pesan los astados. Por derecha, El Juli templó bien al de Xajay y logró una faena de buen ritmo que creció en los naturales y los pases en redondo, con los pies plantados en la arena y mandando como saben hacerlo los matadores dispuestos a llevarse la tarde. Una locura. A la hora de la suerte suprema, El Juli no pudo con el volapié y pinchó a Mil Tardes una, dos, tres veces. El matador quiso tragarse su infortunio en el burladero ante la mirada de El Zotoluco, que había cortado dos orejas a su primer compromiso.

¿Cómo ven a Gil de cronista taurino? ¿No la pega? El embrujo terminó a las siete treinta de la tarde. El PRD y el PRI proclamaron sus triunfos en las elecciones de Guerrero. La vocería (gran palabra) de ambos partidos afirmó que las encuestas de salida marcaban una tendencia a su favor. Gamés se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y meditó: ya empezaron los problemas. Unos minutos antes de que cerraran las urnas, Jesús Ortega, líder nacional del PRD, proclamó como ganador a Ángel Aguirre Rivero. Que las encuestas los favorecen, que en Mochistlán apalearon al candidato rival, que ya la hicieron, que el pueblo decidió. En la incipiente democracia mexicana, no hay un compromiso con la elección en sí misma (ah, se siente bien escribir como analista del Colmex). Es decir: nadie se muerde la lengua; al contrario, la ponen en el plato y a darle durísimo: a declarar sin pausa.

Ciertamente algo raro pasaba en el cuartel del PRI. Cómo estaría la cosa que el único dirigente que acompañó a Añorve fue Jorge Kawaghi, del Panal. El boxeador se rifó y se disfrazó de saco de golpes. Beatriz Paredes se pintó de colores y no asistió a la conferencia de prensa. Humberto Moreira, como los buenos ilusionistas, desapareció y no acudió a mirar el paisaje después de la batalla. Manlio Fabio Beltrones abandonó el puerto a las cuatro de la tarde y dijo sin mucha convicción, casi en voz baja: “Añorve ganó”. Total, un camposanto. Gil considera que el PRI no debe sentirse derrotado, como quiera que sea ganó el PRI.

Gamés vio a Marcelo Ebrard acompañar a los dirigentes nacionales del PRD, el PT y Convergencia. A lo mejor Ebrard está soñando bonito. Aguirre: “A estas horas, todas las tendencias nos favorecen de manera irreversible, una tendencia que seguramente se verá ampliada en las próximas horas”.

Y tan tan. La coalición Guerrero nos Une ganó la elección. Hasta donde Gil sabe, no hubo masacres, ni robo masivo de urnas, ni zarandajas. El arroz se coció. Gamés no quiere ponerse pesado ni muy adivino, pero a estas horas hay una cantidad de barbas bien remojadas en el PRI.

La frase de Hemingway no tuvo miedo de los defensores de los animales y depositó en el escritorio su contenido: “Es moral lo que hace que uno se sienta bien, inmoral lo que hace que uno se sienta mal. Juzgadas según estos criterios orales que no trato de defender, las corridas de toros son muy morales para mí”.

Gil s’en va

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