Fernando Haddad, otro rostro del post-chavismo

Fernando Haddad, otro rostro del post-chavismo
Por:
  • rafaelr-columnista

Ha sido inteligente y oportuna la decisión de Lula da Silva y el PT brasileño de ceder, a un mes de las elecciones, la candidatura presidencial a un político como Fernando Haddad. El paso de la estafeta busca transferir la mayor cantidad de votantes de Lula a Haddad y, a la vez, ganar zonas del centro electoral, dadas las diferencias en el perfil de ambos candidatos. El centro en el mapa electoral brasileño debe sumar cerca de un 40 por ciento de votos: quien lo gane, gana las elecciones.

Haddad nació en 1963, por lo que, a diferencia de Lula o Dilma Rousseff, se formó con la transición democrática de los 80. Exministro de Educación de Lula y Dilma y ex alcalde de Sao Paulo, es un político con una sólida formación académica en ciencias sociales. Estudió una maestría en economía y un doctorado en filosofía en la Universidad de Sao Paulo y durante algún tiempo realizó investigaciones, consultorías y trabajos docentes relacionados con temas de políticas públicas.

 

“Frente a las alternativas de un Trump latinoamericano o el regreso de un Lula escorado hacia Nicolás Maduro y la izquierda bolivariana, la opción de Fernando Haddad resulta alentadora”

 

El perfil académico de Haddad altera el eje de la tensión electoral que venía acumulándose entre las candidaturas de Lula y el exmilitar de derecha Jair Bolsonaro. Ambas candidaturas, a pesar de que Lula doblaba a Bolsonaro en intención de voto, tenían un fuerte acento populista. Haddad, en cambio, introduce un tono más profesional que puede resultar atractivo al sector juvenil de clase media, que no acababa de sumarse a la campaña de Lula.

Apenas designado, el nuevo candidato ha repetido el gesto de Alejandro Guillier en Chile, Gustavo Petro en Colombia y Andrés Manuel López Obrador en México, de tomar distancia de Nicolás Maduro y la izquierda bolivariana. Haddad declaró que el “ambiente en Venezuela no es democrático” y que, como en Brasil, se requieren “muchas mediaciones”. A su juicio, la polarización está impidiendo el diseño de políticas de Estado en materias prioritarias como el combate a la pobreza, la desigualdad y la corrupción.

[caption id="attachment_799245" align="aligncenter" width="4446"] Fernando Haddad, durante su primer discurso como candidato a la presidencia de Brasil.[/caption]

El diagnóstico de Haddad no sólo es válido para la esfera doméstica brasileña, tal vez la más compleja de América Latina, sino para el gravísimo deterioro diplomático de la región suramericana. El candidato insiste en que se necesitan renovar los “protocolos” de la integración comercial en el Mercosur, lo cual envía un mensaje alentador en medio de la peligrosa crisis argentina. Hábilmente, Haddad se coloca frente al aislacionismo de la derecha neoconservadora y frente al bolivarianismo de un sector del Partido de los

Trabajadores (PT).

El atentado contra Bolsonaro ha aumentado levemente su popularidad, pero a pocas semanas de las elecciones no debería ser difícil para Haddad superar el puntaje de su rival, imposibilitado de hacer campaña a ras de suelo. De colocarse a la delantera en las próximas semanas, Haddad deberá su ventaja a la adversidad de los otros, el presidio de Lula y la convalecencia de Bolsonaro, pero el melodrama no siempre le gana a la política, ni siquiera en Brasil.

 

“El perfil académico de Haddad altera el eje de la tensión electoral que venía acumulándose entre las candidaturas de Lula y el ex militar de derecha Jair Bolsonaro”

 

De hecho, puede ser saludable para la democracia brasileña ese regreso a la normalidad después de tanta hibris o política afectiva. Los brasileños han salido de un duelo para entrar en otro: de la destitución de Dilma al encarcelamiento de Lula, de la corrupción del PT a la de Michel Temer y casi toda la clase política del país. Ese descrédito de la política tradicional ha mantenido a flote la popularidad de Lula, pero también ha inflado la candidatura abiertamente racista y

xenófoba de Bolsonaro.

Frente a las alternativas de un Trump latinoamericano o el regreso de un Lula escorado hacia Nicolás Maduro y la izquierda bolivariana, la opción de Fernando Haddad resulta alentadora. Desde un punto de vista regional, un gobierno de progresismo moderado en Brasil sería beneficioso porque establecería alianzas con Tabaré Vázquez en Uruguay y con Andrés Manuel López Obrador en México, balanceando la fractura geopolítica entre la derecha neoliberal del Cono Sur y la izquierda autoritaria del Caribe.