Francisco

Francisco
Por:
  • larazon

Renato Sales H.

“Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres”. Esta declaración del nuevo Papa es una reacción a los escándalos de pedofilia y a las corruptelas del banco vaticano. Hay todo un programa y una red de mensajes que se anuncian con el mero nombre. Lo dice Leonardo Boff, franciscano, teólogo de la liberación, silenciado por el santo oficio. “Francisco es un nombre programático. Francisco de Asís representa una Iglesia de los pobres y los oprimidos, responsabilidad ante el medio ambiente y rechazo al lujo y a la ostentación”.

Se cuenta en La vida de los Santos que Francisco de Asís comenzó su conversión al oír al crucifijo de la capilla de San Damián decirle: “Francisco, ve y restaura mi casa, mira que está en ruinas”. Tomó al pie de la letra estas palabras y reconstruyó la Iglesia de la Porciúncula en Asís que se encontraba derruida. Después se percató de que la restauración era espiritual y comenzó a vivir con los leprosos, con los pobres, e iba por los caminos predicando el evangelio en la lengua del lugar y no en latín. “El mínimo y dulce Francisco de Asís”, lo llama Rubén Darío.

En su primer encuentro con los medios dice el Papa: “Hay quien se pregunta por qué he elegido el nombre de Francisco. Yo os voy a contar la historia. En las elecciones tenía a mi lado al arzobispo emérito de Sao Paulo, el cardenal Claudio Hummes, un gran amigo. Cuando la cosa se iba poniendo peligrosa él me confortaba y cuando los votos llegaron a los dos tercios, vino el aplauso porque había sido elegido Papa. Y él me abrazó, me besó y me dijo: no te olvides de los pobres. Y aquella palabra entró aquí (señalándose la cabeza). Los pobres. Mientras comenzaba el recuento, pensé en San Francisco de Asís, en su relación con los pobres, y después pensé en las guerras. Francisco, el hombre de paz y así llegó el nombre a mi corazón. El hombre de paz, el hombre pobre”. Y en su acto de entronización dijo: “Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio”.

Resulta claro que el Papa reivindica la llamada opción preferencial por los pobres, postulado central de la teología de la liberación, impulsada por Gustavo Gutiérrez Merino, el propio Leonardo Boff, Jon Sobrino, Pedro Casaldáliga, entre otros.

Por “carisma y poder” se conoce a Leonardo Boff. Ése fue el texto que le costó el silencio. Hay uno menos famoso, entrañable. Se llama “La Oración de San Francisco”.

El brasileño cuenta ahí cómo en plena Primera Guerra Mundial aparece la oración escrita en 1913, en una pequeña revista local de Normandía, sin referencia alguna al nombre de su autor. Narra su difusión a partir de la reproducción en L’Osservatore Romano en 1916. Un franciscano, visitador, mandó imprimir una tarjeta en cuyo anverso aparecía la figura de San Francisco y en el reverso la “oración por la paz”. Al final decía: esta oración resume los ideales franciscanos. A partir de ahí se conoció como la “Oración de San Francisco”.

“Señor/ haz de mi un instrumento de tu paz/ Que donde haya odio, lleve yo el amor/donde haya ofensa, lleve yo el perdón/donde haya discordia, lleve yo la unión/donde haya duda lleve yo la fe/ donde haya error, lleve yo la verdad/ donde haya desesperación lleve yo la esperanza/donde haya tristeza lleve yo la alegría/donde haya tinieblas, lleve yo la luz/ Maestro, haz que yo busque más consolar que ser consolado, más comprender que ser comprendido/más amar que ser amado/porque es dando como se recibe/es perdonando como se obtiene el perdón/ y es muriendo como se vive para la vida eterna”.

Oración de la paradoja. Hay dos economías, dice Boff, la de los bienes materiales y la de los bienes espirituales. Una y otra siguen lógicas diferentes. En la de los bienes materiales cuanto más das, menos tienes, en la de los bienes espirituales cuanto más das, más ganas como persona. Eso, no otra cosa, significa que el verdadero poder se encuentre en el servicio.

rensal63@hotmail.com