Hasta en los mejores países

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Por:
  • larazon

Bibiana Belsasso

La semana pasada fue finalmente capturado uno de los delincuentes más buscados por Estados Unidos. Se trata de Eleazar Cruz Colín, acusado de violación y secuestro.

Vendía helados en un camión, en las calles, y eso le servía de pretexto para acercarse a niñas. Violó y dejó embarazada a una pequeña de nueve años. Y por este delito fue detenido, procesado, declarado culpable y recluido en una prisión de Arizona.

Poco después fue acusado de otras violaciones, por lo cual fue llevado nuevamente a la corte, el 19 de febrero de 2009.

En la antesala de los juzgados de Maricopa, en Arizona, antes de enfrentar una audiencia, el ayudante del sheriff lo dejó solo unos minutos. Eleazar utilizaba mucho gel en el pelo y usó éste como lubricante para zafarse las esposas de seguridad.

Luego entró a la oficina del juez, que estaba vacía, se puso la chamarra de éste y salió de las instalaciones de la corte sin que nadie lo molestara y menos lo detuviera.

Huyó a México, se cambió la identidad y durante seis años trabajó en un taller mecánico en Valle de Bravo, donde fue nuevamente aprehendido. El violador fue identificado por un tatuaje en forma de rosario que tiene en la mano izquierda y una cicatriz que le recorre del abdomen hasta la espalda.

Eleazar Cruz Colín será extraditado a Estados Unidos, donde será nuevamente juzgado.

Pero éste no es el único caso en el que delincuentes huyen después de ser detenidos. En todos lados puede suceder. Aquí, en México, César Armando Librado Legorreta, El Coqueto, un chofer de camión, mató a muchísimas mujeres. Las golpeaba, abusaba sexualmente de ellas y posteriormente las asfixiaba.

Después tiraba los cuerpos en parajes desconocidos, llevándose consigo las pertenencias de las víctimas para hacer regalos a su esposa.

El 26 de febrero de 2012 fue detenido y trasladado a las instalaciones de la Subprocuraduría de Justicia con sede en Barrientos, Tlalnepantla, de donde dos días más tarde escapó por una ventana, descolgándose tres pisos con cables que encontró en la oficina.

Tras la huida se ocultó en la casa de un familiar y el 3 de marzo fue nuevamente detenido. Hoy enfrenta una pena en prisión que suma 301 años.

Ese mismo año, en Brasil, Ronaldo Silva, quien estaba preso por cargos de narcotráfico, escapó de la cárcel con ropas, calzado de mujer y maquillaje que le había proporcionado su esposa. El prisionero fue atrapado tras encontrarlo caminando con dificultad debido a los zapatos altos.

En Perú, Orlando Calderón Arias, procesado por homicidio y robo agravado, se escapó en junio de 2013 del hospital al cual había sido llevado para ser tratado por una supuesta convulsión. El criminal logró burlar la vigilancia al disfrazarse de médico.

El 21 de marzo de 2014, en Chile, Alexis Viveros Otárola, de 22 años, huyó de una prisión a las afueras de Santiago. Se metió en un sillón fabricado en el mismo penal, tras haber seguido una estricta dieta que lo hizo adelgazar lo suficiente para poder ocultarse en cualquier resquicio. Viveros había sido condenado en 2011 a 15 años de prisión por un delito de robo con violencia y tres robos con intimidación, a lo que se sumará el de quebrantamiento de condena.

Uno de los más emblemáticos asesinos seriales americanos, Ted Bundy, durante su segundo juicio, en Colorado, despidió a sus abogados y decidió defenderse él mismo. Por lo que le fue permitido visitar la Biblioteca de la Corte.

El 7 de junio de 1976 saltó desde la ventana de la biblioteca. Eludió a la policía durante seis días y fue atrapado cuando trataba de robar un auto. Volvió a escapar en enero de 1977 al trepar al techo de una de las estaciones de la cárcel, para desde ahí acceder a otra parte del techo que desembocaba en el armario de un departamento vacío del penal.

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