La Iglesia, por la libre

La Iglesia, por la libre
Por:
  • manuel_lopez_san_martin

La jerarquía católica están desatados, burlando la normatividad, brincándose la ley y riéndose del Estado laico en el que vivimos —en teoría—, en su afrenta contra los matrimonios entre personas del mismo sexo.

Algunos obispos y cardenales han llamado abiertamente a derrocar autoridades legalmente constituidas y a desconocer la ley. El clero se ha radicalizado en su intolerancia verbal frente a la mirada tibia de quien tendría que hacerles, cuando menos, un llamado a la cordura, si no es que ponerles un alto con toda firmeza: la Subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religiosos, de la Segob, que encabeza el tristemente célebre, Humberto Roque Villanueva.

No es un asunto menor y, por tanto, no es un tema que admita pasividad. La violencia verbal puede derivar en crímenes y masacres de odio, como la de Orlando, Florida, donde murieron 50 personas en un bar gay o, para no ir más lejos, como la que hace dos meses ocurrió en Veracruz: un ataque a tiros en un bar gay que dejó 4 muertos y 11 heridos.

Roque ha dicho que la afrenta de la cúpula de la Iglesia católica está dentro de los márgenes de “libertad religiosa”. No entiende nada. ¿Libertad para insultar? ¿Para agredir? ¿Para retar a las instituciones? ¿Para burlar la ley? ¿Para llamar a tirar gobiernos, como el de Morelos, que recién aprobó las bodas gay y cuyo gobernador, Graco Ramírez, vive una intentona desde la jerarquía católica para obligarlo a renunciar por ello? Hasta donde entiendo, ni la libertad religiosa, como tampoco la de expresión ni ninguna otra incluyen ataques a las instituciones y la legalidad, ni se recargan en la desestabilización.

El matrimonio gay polariza opiniones, sí. Eso ha hecho que no sólo la Iglesia se lance al ataque, sino que muchos políticos, salvo excepciones, no se atrevan a hablar del tema. “Cuesta votos”, dicen en corto. “No es popular”, repiten. “La mayoría no lo apoya”, se justifican. Parecen olvidar que no se trata de un asunto de popularidad y votos, sino de derechos. Y los derechos no se consultan, se ejercen.

La plausible iniciativa del Presidente Enrique Peña Nieto para legislar sobre los matrimonios entre personas del mismo sexo ha despertado la intolerancia y el odio de no pocos, retratándolos. Eso ha hecho, por desgracia, que la propuesta haya caído en un pantano del que difícilmente saldrá. Ni su partido, el PRI, lo acompaña ya en este tema y, desde el Gobierno federal, parece haber decidido abandonar la agenda. En esa coyuntura también en la capital atravesamos un momento en el cual no puede obviarse el asunto.

En el contexto de la redacción de la Constitución de la CDMX es necesario que no demos un paso atrás en los derechos reconocidos. La nuestra es una capital de libertades y progresista. Que así se mantenga, aunque haya quienes nos quieran regresar al siglo XIV.

  Off the record... Y como la intolerancia avanza, un antiaborto y antimatrimonio gay declarado, Javier Bolaños será colocado por Ricardo Anaya como presidente de la Cámara de Diputados. El presidente del PAN afianza su alianza con El Yunque y de paso destapa a su candidato al gobierno de Morelos, un cercanísimo al polémico exmandatario estatal, Sergio Estrada Cajigal, acusado de golpear a una mujer. Sí, el mismo del helicóptero del amor.

m.lopez.sanmartin@gmail.com

Twitter: @MLopezSanMartin