La revolución de la salud

La revolución de la salud
Por:
  • Gabriel-Merigo

“El presente sólo se forma del pasado, y lo que se

encuentra en el efecto estaba ya en la causa”

Henri Bergson

En la antigüedad, tanto en Roma como en Grecia ya existía el concepto de la valoración del patrimonio cultural, inclusive los habitantes se sentían prácticamente dueños de los tesoros artísticos de su ciudad.

Esta postura de la sociedad se debía a su aprecio por los bienes artísticos, al reconocimiento de su valor como elemento de identidad y cohesión social, y a su carácter testimonial registrando los logros y méritos de su comunidad.  Debido a que en México tenemos un patrimonio histórico y artístico invaluable, legado de las generaciones pasadas, contamos con numerosas obras de arquitectura que son fiel testimonio de la vida como se vivió en los viejos tiempos, desde la época prehispánica, hasta los años de la pos revolución y el México moderno.

Entre la valiosa arquitectura que heredamos del pasado reciente, destaca el primer edificio que construyó el gobierno posrevolucionario expresamente para la administración pública, en su afán por dar inicio a una etapa constructiva que contrastara con los años de destrucción de la lucha armada. Éste es el antiguo edificio del Departamento de Salubridad, ahora la Secretaría de Salud, un monumento  que valoramos no sólo como obra de arquitectura precursora del modernismo en México, sino como testimonio fiel de la historia de la salud pública en nuestro país. Obra espléndida del arquitecto Carlos Obregón Santacilia, con la cual estableció un hito cultural en la arquitectura mexicana y sentó las bases de la arquitectura moderna en nuestro país.

El edificio se diseñó para oficinas administrativas principalmente, aunque en aquella época también se desarrollaban funciones de estudio e investigación en laboratorios, además de servicios varios, como aulas, imprenta y hasta una cárcel o zona de separos donde se recluía temporalmente a los infractores por consumo de enervantes.  La decoración mesurada del edificio permitió la integración plástica de la escultura y la pintura con los grandes y masivos volúmenes de la  propia arquitectura. Colaboraron en la obra personajes del medio artístico de gran reputación, entre ellos Diego Rivera con sus valiosos murales y con sus cuatro soberbios vitrales de grandes dimensiones y únicos en su haber, que representan con elementos simbólicos a los cuatro elementos aristotélicos, agua, tierra, viento y fuego.

Desde 2003, por la presencia de deterioros generalizados en el inmueble, se me invitó a llevar a cabo un proceso de restauración integral del monumento y su obra artística, mismo que se ha realizado en varias etapas hasta nuestros días. De estos trabajos damos cuenta en un libro titulado: El edificio del departamento de salubridad: historia, conservación y restauración que habremos de presentar el 8 de diciembre, honrados con la presencia del Dr. José Narro Robles, secretario de Salud, de la directora general del INBA, Dra. Lidia Camacho; del Mtro. Marcos Mazari Hiriart, director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, y del Lic. Alfredo Rimoch Lewinberg, presidente del Consejo Farmacéutico Mexicano.

Como decía Marcus Garvey: “un pueblo sin el conocimiento de su historia pasada, el origen y la cultura, es como un árbol sin raíces”.