Las alertas y su oportunidad

Las alertas y su oportunidad
Por:
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Julián Andrade

La emergencia y el desastre que implicaron el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel, obligaron al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto a concentrarse en la atención y el auxilio a la población que resultó afectada.

Se dejó para un momento posterior la explicación sobre lo que hizo de modo previo a la entrada de los ciclones.

Esto abrió una línea de crítica a la actuación de las autoridades responsables de la Protección Civil.

Hoy ya sabemos, sin embrago, que sí se hicieron las advertencias del caso, desde el 12 de septiembre, y que inclusive el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, habló con los gobernadores de Guerrero, Tamaulipas, Veracruz, Oaxaca, Sinaloa y Quintana Roo ya que sus estados podrían resultar afectados, como ocurrió, aunque en distintos niveles.

Además, la Conagua lanzó una alerta y luego está fue reafirmada por los responsables de prevenir y atender los desastres naturales. Se dieron 33 alertamientos.

Se sabía, por ejemplo, que Ingrid y Manuel tenían la capacidad de generar problemas, pero no se podía predecir el tiempo que duró la tormenta en las costas del Pacífico, ni que ello significaría una precipitación pluvial con carácter de histórico.

Manuel, en muchos sentidos, fue errático, vamos, no tocó tierra en las costas guerrerenses y más bien viajó hacia el norte, pero dejando una estela funesta que golpeó al centro del país.

Esto es, se tenía claro que venía una situación difícil, pero no se pudo calcular su nivel destructivo y por muchas razones.

Ello, lejos que tranquilizar, debe hacernos ver la importancia de contar con mejores herramientas de análisis, de aprender de las experiencias y sobre todo de estar preparados ante fenómenos que van a seguir ocurriendo.

Si bien el tema de las responsabilidades es natural ante cualquier desastre y más si existen pérdidas de vidas humanas, hay que insistir en que se tiene que trabajar en una participación mucho mayor de la sociedad en la prevención y que se deben cambiar de fondo las políticas que han permitido, a lo largo de la historia, el asentamiento de poblaciones en zonas de riesgo.

No es sencillo, porque muchas de las comunidades afectadas fueron creciendo sin planeación y enfrentado las más elementales necesidades de desarrollo.

Queda claro que nadie, por su gusto, habita un lugar que se puede convertir en su tumba en cualquier momento.

La corrupción es otro de las variables que potencia los peligros, que los hace posibles. Ahí hay que concentrarse y ese sí es un aspecto controlable, ya que se puede actuar para evitar que se continúe reproduciendo.

México es una de las 15 naciones expuestas a riesgos y muchas de las catástrofes son resultado de la incapacidad de la sociedad para adaptarse a su entorno.

En junio de este año se presentó la Estrategia Nacional de Cambio Climático cuyo objetivo principal es reducir la vulnerabilidad y proteger a la población y a la infraestructura.

Hay otros programas y sumados pueden hacer la diferencia, cuando lo que se trata es de salvar vidas.

julian.andrade@3.80.3.65

Twitter: @jandradej