Millesime Le Cirque, el mayor espectáculo gastronómico del mundo

Héctor León

Millesime Le Cirque, “el mayor espectáculo gastronómico del mundo”, reza el slogan en su quinta edición, en el Centro Banamex. Millesime/México, Millesime/World. Aconteció los días 29 y 30 de septiembre, y 1 de octubre. La gastronomía es el argumento del evento que sólo se ha desarrollado en España, Sao Paulo y D.F. El espectáculo del lujo en pabellones exclusivos para interactuar con los mejores chefs, bodegas y firmas: sólo 800 personas accedieron al día.

Objetos arropados de gran valor. La comida, vinos y destilados. Los espejos y maquillajes, corresponden a objetos de vanidad. “La gente está demasiado obsesionada con mostrar que la realidad nos pasa delante de los ojos como un relato”, decía Tom Wolfe, el creador del nuevo periodismo en su novela La Hoguera de las Vanidades, donde las estadísticas y el dinero, son el clásico diálogo en los sanitarios donde se destila un fuerte tufo a destilado caro.

Tal vez por eso no hay reporteros, solo PR’s, y se respira una servidumbre ante el egoísmo y la indiferencia, cual moneda rota; pues el acto informativo, la transposición de los hechos, choca con la suposición de la realidad, tras la acuosidad del champagne y las ostras, o el whisky de barrica del imponente pabellón de Buchanan’s “#sírvase de su propia mano”, cual #hashtag.

Tom Waits con su espectáculo/rola No visitors after midnigh, parece estar al fondo del impresionante y bien ambientado Open Bar, diez barras con varia iluminación minimalista y acogedora donde cuelgan copas como candelabros, muy parecido a un impostado Waits, decíamos, suena un trompetista que anda tocando en performance musicaljazzístico sobre las mesas, muy cool y muy Le cirque. No lo dudemos, el próximo Millesime contratará a un artista más trendy, tal vez, para que la pena valga, Marshalis o Diana Kral. El evento más chic, más cool, más trendy, más nice.

Pero vayamos a los hechos. Estamos en el Centro Banamex, La pista del hipódromo descansa atrás de la salda D. Millesime Le Cirque, solo abarca un salón del fastuoso CB donde una gran instalación recrea una atmósfera de circo, a varias pistas, las mejores marcas, los mejores chefs del momento, los chefs de Francia estrella Michelin, los tres restaurantes efímeros de postmodernas atmósferas.

Oro rojo, jamón ibérico

Estamos en el stand de Jamón J. Jamón, donde sus dueña, la catalana y mexicana por convicción, Montserrat Mas Bosch, dispone de su altar de jamones de Señorío de Olivenza, de Extremadura, España, jamones ibéricos Don Ramón, pura sal de mar y jamón, sin conservadores, la marca que se posesiona como la mejor por arriba de las tradicionales, y como la única que ya está homologada en los EUA. Un portento de lonjas de jamón que son devoradas en Millesime. Aquí los cortadores de jamón cual arcos de violín desfollan las piernas, la propia Monserrat no se ha vasto.

Un éxito rotundo, a los mexicanos nos encanta el jamón Ibérico, muy pronto, nos dice Jaime Martín Sánchez, de la quinta generación del Señorío de Olivenza, exportaran el cerdo congelado a México. La marca tiene por slogan una frase de André Malraux: “La tradición no se hereda, se conquista”.

Miguel Angel Cooley, recibe el Premio de Mejor Sommelier de México por Millesime. El Poeta del vino dueño de Lipp Brasserie y Gloutonnerie, que en cada cata narra una historia, es la viva imagen del éxito. Aplausos y risas.

La fidelidad de la experiencia, sin caer en sensualismos, traducir los hechos en palabras y los sabores en hechos: si, la realidad es poliédrica, lo es la de las sensaciones, y la noticia del acto reporteril resulta ser que el maridaje perfecto, lo dice la chica francesa que hace un performance de dialogo semántico, es entre la champagne Moët & Chandon, moët imperial, rose imperial, y las ostras: lo terregoso de la fragancia en boca se vuelve noticioso, tanto como el erizo en hoja. Maridaje perfecto en Millesime Le Cirque. La gran feria de las vanidades. Esperamos a que se descorche una botella de champagne tipo Balthazar, de 12 Litros. Se ve portentosa.

El sueño del no dinero

Solo se puede acceder por invitación. No hay Taquilla. El código de confección, evita los colores chillantes, el negro se impone. Alguno de zapatillas sin calcetines o tenis nuevos vistosos. Pañuelo de seda al lado de la fina solapa del saco. Todos pretenden no mirarse, nadie se mira y todos nos miramos. La moneda corriente no existe, Millesime ha hecho realidad la ficción del no dinero: no hay dinero, no hay mercadeo, es sobre entendido, lo mejor de cada chef y de cada marca a la mano, para extasiarse de la orgía del sabor exquisito del aguachile de Enrique Molina de Evoka, en Tlaxcala, en el stand de jóvenes chefs. Un arrojo marino que le va bien una Stella Artois, previa conversación con la edecán eslovana, todas las edecanes son rusas y de países eslavos, son rubias y visten de rojo carmesí.

Que elegancia, que lujo. El dinero para expresar sus anhelos, tan mentado por Wolfe en La Hoguera de las Vanidades, aquí ha quedado atrás. Se da por hecho, por eso la invitación, es el anhelo de estar en Millesime Le Cirque. Un hervidero de vanidades, pues. El club de los mejores, traje hecho a la medida, esa es la oportunidad de negocios que ha encontrado Millesime: ser sólo vip. Un gran Staff corresponde a Brokers, políticos y ex funcionarios, emprendedores bursátiles, PR´s. Aquí no se hacen selfies, pocos toman imágenes, se disfruta de la holgura y de los manjares de tres restaurantes efímeros con chefs estrella Michelin. Las tardes Millesime, son un desborde de sabores maridados en talleres de sensaciones dados por expertos que nos ofrecen esos sabores cual lonjas de cielo de septiembre en octubre de 2015.

La gastronomía francesa está de moda, otra vez, es la novedad. Las marcas del lujo resaltan en ellas, en el contoneo de sus ajustadas faldas y sus risas se vuelven un símbolo sexy, sobre todo cuando templan sus esternocleidomastoideos y así atrapan las miradas. Todos somos circenses y movemos las copas y los bocadillos con alevosía y ventaja.

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