Partidos y disciplina partidista

Partidos y disciplina partidista
Por:
  • mauricioi-columnista

Diversos actores políticos han propiciado en las últimas semanas un debate sobre la conveniencia de establecer gobiernos de coalición y una segunda vuelta para la próxima elección federal. Intentan responder a la necesidad de mejorar la gobernabilidad del país.

Vale la pena recordar aquí algunas reflexiones de Giovanni Sartori expuestas en su libro Ingeniería constitucional comparada. En su análisis de los sistemas políticos, el pensador italiano advierte que el buen funcionamiento de un sistema parlamentario (del cual se muestra partidario), depende básicamente de que en las votaciones los integrantes de las cámaras legislativas no se aparten de los lineamientos de sus partidos. Sartori señala que las ventajas del parlamentarismo están ligadas inevitablemente a la disciplina partidista. Partiendo de esta idea, procedo a revisar su operación en México.

Al surgir desde el poder, el PRI destaca como una agrupación con una extraordinaria adhesión, más que al conjunto de ideas de la Revolución Mexicana, al programa del presidente en turno. El pragmatismo tricolor nunca cuestionó su separación de la “línea” presidencial. Esto le creó problemas no sólo cuando aprobó medidas que iban contra sus intereses (particularmente en la administración de Zedillo), sino también durante los 12 años en los que la Presidencia fue ocupada por el PAN. Sería un error dar por hecho actualmente la disciplina tricolor. El vacío que los legisladores priistas han hecho a la iniciativa presidencial sobre matrimonio igualitario, muestra los límites de esta relación.

A la inversa del PRI, el PAN nace como una oposición que, si bien privilegió métodos democráticos en el nombramiento de sus dirigentes, paralelamente restringió el ingreso de ciudadanos a sus filas. Esto permitió que el control del partido fuera ejercido por pocos líderes. La democracia panista jugó en su contra al momento de convertirse en gobierno. Sin tener la costumbre de ejercer el poder ni de negociar con otras fuerzas un programa de gobierno, los panistas se rebelaron en contra de sus propios presidentes. A fin de fortalecer la disciplina, Fox y Calderón intentaron imponer la dirigencia en su partido. Su fracaso les impidió incluso designar al candidato que les sucedería.

El PRD es una formación ajena a la disciplina partidista. Resultado de una fusión entre varios partidos, jamás ha superado su espíritu faccioso. La integración de su dirigencia y la concesión de candidaturas se han concretado mediante cuotas otorgadas a los grupos que lo forman. En sus primeros años las llamadas tribus perredistas mantuvieron una cierta unidad gracias a liderazgos carismáticos de los que carece en la actualidad. Su indisciplina los ha llevado a nombrar como dirigente nacional a alguien que no pertenecía al partido. Morena presenta un ejemplo de estricta disciplina: su fundador estableció un programa y no hay margen de disidencia.

Es altamente probable que después de 2018 tengamos un gobierno de coalición que exigirá el acuerdo entre dos o más fuerzas políticas. Sobra decir que de la disciplina prevaleciente entre sus integrantes, dependerá el éxito de la experiencia.

mauricio.ibarra@3.80.3.65

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