¿Rudos vs. técnicos? II y un apunte colombiano

¿Rudos vs. técnicos? II y un apunte colombiano
Por:
  • larazon

Horacio Vives Segl

Concluyo las reflexiones sobre el proceso de nombramiento de consejeros electorales en los estados y el Distrito Federal, que inicié la semana pasada.

 Atajando críticas. Una de las mayores críticas que estuvieron circulando fue que subsistiría la “presión de los gobernadores”, que antes iba sobre los congresos locales, pero ahora sería sobre el INE, para el nombramiento de los consejeros locales. Veamos el asunto con más realismo y menos ingenuidad: es obvio que está en el interés de los partidos (o de otros grupos que quisieran tener injerencia en los órganos electorales) tratar de integrar a las autoridades electorales con perfiles que consideren afines a sus agendas. Tales presiones son obvias, se dan por descontadas, y contra ellas hay dos vacunas: los conocimientos técnicos en la materia que deberán comprobar cabalmente los aspirantes, y el buen criterio de los consejeros electorales del Consejo General del INE —quienes, por cierto, aprobaron los lineamientos y la convocatoria de manera unánime—. Así que si los partidos políticos quieren incidir en la integración de los consejos estatales, pues lo primero que tienen que hacer es poner a sus “gallos”… a estudiar, porque la relación política con ellos (si en eso basaban las fortalezas de sus candidaturas) simplemente ya no les va a alcanzar.

 Apunte colombiano. Sobre las elecciones en segunda vuelta celebradas en Colombia el pasado domingo y su carácter peculiar. El presidente Juan Manuel Santos consiguió su reelección, derrotando no sólo a su oponente Óscar Iván Zuluaga quien había quedado en primer lugar en la primera vuelta, sino venciendo también —en segunda derivada— a su ex jefe político y ahora enconado rival el expresidente y senador Álvaro Uribe. Dos cosas sobre los análisis que se han hecho sobre el resultado electoral: (1) Mucho se dijo que el triunfador dependería de la valoración ciudadana sobre las negociaciones de paz con las FARC, que tienen lugar en La Habana desde 2012. Estaban enfrentadas la estrategia gradualista del gobierno santista frente a la radicalización y mano dura que caracterizan al uribismo, representado por Zuluaga. Si bien es un asunto de Estado importantísimo, mi interpretación es que los colombianos en su mayoría ponderaron, más que la relación con las FARC, la estabilidad macroeconómica que ha vivido el país en los últimos años: buen desempeño en crecimiento e inflación —o sea, nuevamente, el viejo adagio it’s the economy, stupid!—; aunque evidentemente no deben minimizarse los reclamos en salud, educación y seguridad pública. (2) Por otra parte, se habló de un grado de confrontación entre los contrincantes que había llevado a Colombia a extremos que recordaban al periodo de La Violencia, que se caracterizó por el radical enfrentamiento —con múltiples asesinatos políticos incluidos— entre conservadores y liberales a mediados del siglo pasado. Afortunadamente, nada más alejado de ello. Lo cierto es que Santos tendrá que empezar su segundo mandato en un clima de polarización política y social. Ayudará a superarlo, claro está, que, como en cualquier proceso democrático, los perdedores acepten el resultado y actúen en consecuencia.

hvives@itam.mx

Twitter: @HVivesSegl