Caníbal de Rotemburgo inspira monólogo teatral

Caníbal de Rotemburgo inspira monólogo teatral
Por:
  • larazon

Antón Araiza entra a escena. Con una tenue luz, una silla en el centro del escenario lo espera; camina despacio, se sienta y mide sus palabras y gestos. Sin embargo, ya no es él, es Henrik, un personaje que empieza su relato, aquel por el cual estamos ahí, listos para acompañarlo por los recuerdos imborrables de su memoria.

Con una temporada en el Teatro El Granero Xavier Rojas, Un acto de comunión (autoría de Lautaro Vilo y dirección de Julio César Luna) regresa para develar cómo los pequeños recuerdos se transforman en deseos reprimidos que, a su vez, se convierten en perversas y obsesivas acciones, que rompen con esquemas y presionan los límites sociales.

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El monólogo se adentra en tres momentos determinantes para Henrik (su octavo festejo de cumpleaños, el funeral de su madre y una noche inolvidable en su vida). Con serenidad y comentarios sarcásticos cargados de humor negro, el personaje recuerda esas velas mágicas que no se apagaban, la interacción con el empleado de la oficina de un cementerio o los 20 kilos de carne congelada que ingirió durante dos años.

El argentino Lautaro Vilo se inspiró en el alemán Armin Meiwes, apodado como el Caníbal de Rotemburgo, quien puso en jaque el sistema jurídico y moral, debido al homicidio, descuartizamiento y canibalismo de Bernard Jürgen Brandes, una persona contactada por Internet para dichos objetivos.

Poco a poco se revelan las intenciones del personaje, las fisuras brotan: el abandono paterno, la mudanza con su madre, estar frente al pozo o ser estudiado por psicólogos y psiquiatras para determinar su condición mental.

El concepto “soledad” aparece como arma de doble filo: en la infancia es un sentimiento similar a estar atrapado en una guarida y en la adultez como la oportunidad de seguir escabrosos planes sin la necesidad de explicar a nadie. A partir de eso, existe la necesidad de compenetrarse y sentirse comprendido, ser parte de algo.

“Hoy en día consideramos urgente crear empatía con los distintos tipos de relación, abrir nuestro rango de pensamiento a nuevas oportunidades y visiones, señalar el derecho a vivir nuestras propias vidas y atenderlas para generar acciones positivas, y considerarnos sujetos de confianza para los distintos grupos humanos”

Antón Araiza

Actor

Con voz pausada y un tono “aterrador”, Araiza presenta a un Henrik solitario, serio, a veces irritable, contrariado, disgustado o retador. Toma confianza, se erige, levanta y siente cómodo al hablar sobre sus determinaciones futuras, las siete horas que está frente a la computadora, las salas de chat que visita, la pornografía que consulta y ese mensaje del otro lado de la pantalla que lo secunda en esa demanda emocional de compañía, de sentir una mayor unión, su presencia en una perversa intimidad, la de estar dentro de otra persona.

El texto exhibe un personaje que se divierte con su propia suerte, se sabe famoso y juega con los recursos que le toca barajar; se mofa de la idea de hacer una película de su propia vida, “no quiero trilogía”

o “no soy Hannibal Lecter”.

Un acto de comunión es una propuesta que exige al actor el mantenerse casi estático y atrapar al público con su voz y gesticulación, llevarlo a sentir un rango de emociones, que van desde la curiosidad, hasta la comunión, a ese acto único para compartir la transgresión.

Un acto de comunión

Autoría: Lautaro Vilo

Dirección: Julio César Luna

Hasta el 10 de marzo. Lunes y martes, 20:00 horas Teatro El Granero Xavier Rojas (Paseo de la Reforma y Campo Marte)