Cíclico

Cíclico
Por:
  • raul_sales

Abrió una entrada en su blog y empezó a escribir; abrió un libro de historia, cambió fechas, insinuó nombres y plasmó, de manera general un contexto actual, de un tiempo para acá era de lo más sencillo escribir, cada vez menos gente conocía la historia y se enfrascaban en la inmediatez de las redes sociales olvidando por completo que la historia, es cíclica. Hoy, al igual que ayer, había estados que seguían las reglas de Goebbels, donde el control se tomaba, ya fuera a través de presión económica, amenazas veladas o demandas injustificadas a los medios de comunicación y los puntos de vista en contra, eran censurados o eliminados de los mismos, dejando las redes como única fuente de información pero ahí, era todavía más sencillo pues sólo eran personalidades creadas a través de bits donde el único motivo de su existencia era difundir la información que se pretendía.

Ya ni siquiera era necesario allanar bibliotecas y quemar libros etiquetados como prohibidos, la lectura se había transformado en una actividad casi en desuso y las grandes bibliotecas eran mausoleos del silencio, solo permanecía lo electrónico como fuente de consulta e información.

Algunos audaces, metían frases de superación personal o de programación neurolingüística en sus discursos y blogs logrando que les aplaudieran a rabiar o los inundaran en mensajes de reconocimiento a la sapiencia en la bendita ignorancia en la que estaban sumidos.

La televisión compitió por algún tiempo como primera fuente de información y educación de masas: pero eso se acabó cuando cualquiera podía accesar a sus dispositivos móviles y ver en el momento que se le diera su real gana lo que se le diera la gana.

El manejo de contenidos evolucionó pero mientras se adaptaba la humanidad se creó un hueco donde se incrustaron algunos visionarios y así, en pleno siglo de la información, la información dejó de ser oro y la desinformación se convirtió en la moneda de cambio corriente del universo digital. La calidad y profundidad fueron sustituidas por la inmediatez y el morbo y el orden se hizo caos y la luz, oscuridad y todo, absolutamente todo, siguió igual, que esa era, en última instancia, la primera intención.

El planeta seguía su rotación igual que siempre, el sol salía y se ponía, igual que siempre: la vida seguía sus ciclos, igual que siempre; sin embargo, cada vez eran menos los que veían otra cosa que no fuera el universo a través de una ventana digital que apenas se entreabría para dejar pasar un brevísima brisa de verdad, perdida entre vientos huracanados de mentiras, a simple vista funcionales. Y aquí estaba, usando la historia para ampliar un poco más ese resquicio y aunque fuera mucho más sencillo escribir en estos tiempos, el riesgo era inversamente proporcional.

Terminó de subir el moderno texto de una antigua situación e inmediatamente empezó a recibir los cientos de mensajes amenazantes, generalmente no prestaba atención, todo era parte del mecanismo actual, saturaban las redes de desinformación hasta que se perdía entre la abrumadora descarga de basura. No pasaba nada, mañana subiría información previa a la revolución francesa, una aristocracia aferrada a sus privilegios, una clase burguesa con gran poder económico, la exasperación de las clases populares urbanas y del campesinado empobrecido por la subida de precios, la regresión económica y las crisis cíclicas, la quiebra provocada por los vicios del sistema fiscal, la mala percepción y los impuestos y por supuesto, los gastos excesivos de la corte. Sabía que sólo era cuestión de actualizar el contexto, cambiar nombres, lugares y fechas y tendría una entrada más en su blog que poco a poco era reconocido como uno de los más enterados y actuales.

Salió del pequeño café donde solía escribir siempre y se dirigió al vehículo aparcado enfrente cuando sintió un golpe en la base de la nuca y entre bruma sanguinolenta vio como lo arrastraban de nuevo hacia el interior donde lo dejaron caer como guiñapo y fue amarrado en su mesa de siempre.

Vislumbró apenas como un sujeto vestido de negro quitaba la tapa de los fusibles cercano a la puerta y jugueteaba con los cables generando un corto circuito que prendió una llama en el papel tapiz; ya no sintió el último golpe ni cómo era bañado en alcohol industrial mezclado con whisky barato.

La persona dentro de la camioneta prendió la radio al mismo tiempo que salía la primera llamarada. Irónico pensó, él también era aficionado a la historia y mientras oía música disfrutando una copa de Richebourg Grand Cru vio arder el café Roma.