Ovacionan su más reciente obra

Dimitris Papaioannou embelesa con “magia artística” en el FIC

El artista estrenó en México Orientación transversal; reflexiona sobre la humanidad y los cambios en la civilización

Un toro y el agua son las figuras centrales.
Un toro y el agua son las figuras centrales.Foto Cortesía: Julian Mommert
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El artista performático griego Dimitris Papaioannou acaparó las miradas este fin de semana en el Festival Internacional Cervantino con el estreno del montaje Orientación transversal, a través del cual ofreció una serie de poderosas imágenes que iban desde lo poético, la belleza, la transgresión, la sensualidad y hasta la repulsión, manteniendo atentos y embelesados a los espectadores que convocó.

Papaioannou, quien es conocido como el maestro del encanto escénico, era una de las cartas fuertes del FIC y uno de los artistas más esperados por quienes consideraban que su puesta era una de las “joyas” del festival.

En el Auditorio del Estado, en Guanajuato, los asistentes estaban expectantes con respecto a lo que iban a ver. La primera imagen que observaron fue la de unos hombres vestidos con trajes negros sin rostro, que conforme avanzó el montaje fueron adquiriendo una cara identificable; eran quienes se aferraban a las estructuras establecidas, pero siempre llegaba alguien a empujar o romper esas normas, a veces ellos se dejaban llevar por ese espíritu “salvaje-transgresor”, como cuando vieron saltando a un hombre desnudo sobre un cubo y cautivados comenzaron a quitarse la ropa para gozar de esa experiencia.

Orientación transversal, obra en la que Papaioannou reflexiona sobre la humanidad y los cambios en la civilización, tuvo como figura central a un toro, como representación de lo masculino; y el agua, como símbolo de la feminidad, aspectos que se fundían o se separaban.

Dentro de esas imágenes, el público se sorprendió cuando la estructura de un gran toro se vio en el escenario, un hombre desnudo intentaba domarlo; en otro momento una mujer desnuda cabalgaba sobre él.

El montaje también aludió a Botticelli, Picasso y Magritte, por ejemplo. Los artistas se convertían en obras de arte, como cuando una de las ejecutantes se volvió en una especie de fuente de la cual brotaba agua; o seres antropomorfos caminando sobre el escenario.

Papaioannou además regaló imágenes que también podrían haber generado repulsión entre los espectadores, cuando el toro comienza a defecar sobre el escenario. Como buen maestro del contraste, a una imagen grotesca o irreverente venía otra con una gran belleza, por ejemplo, cuando una especie de “obra de arte viva” apareció en el escenario: una mujer de la cual brotaba leche y que pare un hijo, una especie de Diosa de la fertilidad, pero al final con un guiño de comedia; o cuando una mujer comienza a desaparecer en el agua sobre el escenario.

Con esta puesta en escena, el artista, de la mano de la música de Vivaldi, logra que los espectadores se dejen llevar por esta contemplación estética que llega hasta lo más íntimo del ser, porque “atraviesa” con esas imágenes nuestras más profundas reflexiones, sensaciones e incluso deseos.