Adiós al pianista travieso de Nueva Orleans

Adiós al pianista travieso de Nueva Orleans
Por:
  • david.villafranca

El inconfundible sonido travieso y vivaracho de su piano, sus tremendos éxitos en los años 50 y su capacidad para popularizar la herencia musical de Nueva Orleans sitúan a Fats Domino como uno de los más brillantes y singulares pioneros del rock and roll.

Con 65 millones de discos vendidos en total y a la altura, por influencia y éxito, de otros precursores del rock, como Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, el responsable de joyas como “Ain’t That A Shame” o “Blueberry Hill” tuvo una vida mucho más apacible y calmada que la de sus compañeros de generación y siempre se resistió a dejar su amada Nueva Orleans, donde murió ayer a los 89 años.

Nacido en la cuna del jazz el 26 de febrero de 1928, Antoine Domino tenía antecedentes musicales en su familia de raíces criollas: su padre era violinista y su cuñado tocaba la guitarra.

Siendo un adolescente fue a la caza de oportunidades en los clubs  de Nueva Orleans, donde por su destreza a las teclas se le puso el apodo Fats quizá como referencia al famoso pianista Fats Waller o tal vez como chiste sobre su peso (“fat”, gordo en inglés).

Cuando Fats Domino se sentaba frente al piano brotaban, de una manera asombrosamente natural y espontánea, hechizos de todo tipo: esencias de rhythm and blues, ritmos contagiosos de boogie-woogie y huellas del omnipresente jazz de Nueva Orleans.

Con esa base y siempre acompañado por los floridos y elegantes arreglos de viento de su ciudad, Fats Domino dio forma a su característica y primitiva mirada al rock and roll, alejada del tono salvaje y acelerado de Chuck Berry pero que rápidamente alcanzó la fama y cuyo primer éxito fue el single “The Fat Man” (1949).

De la mano del trompetista, productor y compositor Dave Bartholomew, su gran compañero de aventuras musicales, Fats Domino tuvo su época de gloria bajo el paraguas de la compañía Imperial Records, con la que editaría su primer disco de larga duración Carry on Rockin (1955).

Fats Domino se mantuvo muy fiel a su estilo, perfectamente reconocible en otras populares canciones como, “Blue Monday” o “Walking to New Orleans” y con el que influyó en gigantes de la música como Elvis Presley o The Beatles (“Lady Madonna” fue una declarada prueba de amor al arte de Fats Domino).

El ascenso del folk o la psicodelia, por lo que Fats Domino quedó en un discreto segundo plano sin hacer grandes esfuerzos por aferrarse a la fama.