Las miradas estéticas de Amador Montes

Las miradas estéticas de Amador Montes
Por:
  • miguel_angel_munoz

“Poca gente entiende de arte y escasas son las personas sensibles a la pintura...”

Picasso confiesa a Brassai

La idea del arte me lleva a imaginar líneas, colores, formas, signos, poesía – configuración de un lenguaje absoluto e inédito-, descubrir un universo, visiones y obsesiones; contemplar un lienzo, escuchar su vibración, sentir su aparición en grandes proporciones. Descubrir la emotiva sencillez del tema, que abre los espacios visuales del trazo, su rigurosa composición e incluso el color, “apenas una pincelada de sombras”, decía Matisse. La pintura de Amador Montes, retrocede, evoluciona y gira en imágenes sorprendentes, construidas esa sutil paleta de artista llena de poesía – como lo dicen algunos cuadros: Bebiendo de tu café, 2009; Comiendo amor, 2009 o Sin ti, 2009. Apetito visual incandescente. Conjunción estética a veces pictórica y otras, las más, simplemente poéticas.

¿Cómo interpretar, traducir, entender la pintura de Montes? Es una obra que produce una placida y contagiosa emoción. Conjunto de refinado de estilos, mezclado con la aromática sabiduría del color y ese juego sagaz del dibujo que se desliza airosamente desde la evocación elemental del paisaje y los objetos, hasta una pura y libre ondulación ornamental. Cada creación se proyecta como abanico de vibraciones múltiples, composición y distribución del espacio, y una sabia arquitectura que forma grandes planos transparentes. Experiencia poética más que intelectual. Espacio vivo, construido por formas poderosas y sutiles. Montes es un artista solitario, que busca en el pasado y en el presente romper sus límites, pero sobre todo, confrontarse con él mismo. En sus cuadros la materia no aparece como simple extensión estética sino como una vibración más cromática. Para el artista el color es inseparable del espacio. A su vez, el dibujo delimita, recrea, determina. Textura mineral que impone espejos abismales, que modula, con ingrávida fluidez, el canto del color.

Figuración lírica llena de símbolos, y de un lenguaje universal. Cada símbolo designa formas inéditas. Las figuras de aves son sonido, la imagen es signo. Cada elemento es una totalidad, no la definen, lo

descubren. Campos, frutos, flores, aves, grafismos abiertos al paisaje y memorables. Es una pintura que cuestiona, interroga, pregunta. Algo sorprendente en nuestros días Bien lo decía Octavio Paz: “Hoy la mayoría de los artistas están empeñados en decir, afirmar, proclamar e incluso en gritar: no quieren oír”. No es extraño: la pintura de Montes se crea en el silencio. Su arte está lleno de enigmas, y su pintura es la traducción visual de todas sus preguntas.

¡ Vértigo! He aquí que se estremece

el espacio como un gran beso

que, loco de nacer para nadie

ni estalla al fin ni se apacigua.

Parafraseando estas líneas de Mallarmé, imagino y redescubro cada obra de nuestro pintor, que es aventura estética constante: encuentro y confrontación. Certeza firme, de que Amador Montes se cuenta entre las voces líricas más rotundas del arte mexicano contemporáneo. Una celebración total.

*Amador Montes expone actualmente la muestra: Nada se termina, en la Casa Lamm de la Ciudad de México.