Diversa cultural

Diversa Cultural
Diversa Cultural Foto: Especial
Dormir en una silla
Dormir en una silla ı Foto: Especial

DORMIR EN UNA SILLA

Cuando nos hacemos mayores, cosa que me sucede a mí en este momento, empezamos a asociar la cama menos con el nacimiento y el amor y la vida y más con la muerte. La cama no es sólo un lugar donde depositan razonablemente a uno para resolver, con la mayor tranquilidad posible, el problema de morirse. La cama es a veces causante absurda de la muerte. Muchos ancianos, cuyo pulso bate con una música bastante saludable, cuyo estómago ronronea con la satisfacción de una buena cena, demoran el momento de acostarse y prefieren dormir en una silla… dormitar más bien, con un ojo medio abierto por si aparece el ángel acechante y tenebroso.

Anthony Burgess, Todo sobre la cama, trad. J.M. Álvarez Flórez, Seix Barral, 1982.

DOS GARCÍAS EN SANTIAGO

Federico García Lorca, quien según Eduardo Blanco Amor quedó “fulminado” por Compostela, hizo varios viajes a la ciudad. Atravesado por la belleza de Santiago, de Galicia y de su lengua, el granadino acabó por escribir un libro en gallego con el título de Seis poemas gallegos. En él hay agua, luz y su “Madrigal á cibdá de Santiago” comienza con un:

Chove en Santiago, meu doce amor.

Camellia branca do ar brila entebrecido o sol

[Llueve en Santiago / mi dulce amor / camelia blanca de aire / brilla entre tinieblas el sol.]

Siempre el agua, esa que hace resplandecer la ciudad hecha flor, pero ese orballo, babuña, poalleira, breca, chuvisca, treixada, balloada o bategada… no sólo asombró a Lorca, sino también a narradores como García Márquez. El colombiano, que presumía de abuela gallega, de quien decía que había heredado la capacidad para fabular, acabó huyendo a Galicia después de jornadas interminables, tras recibir el Premio Nobel. Lo acompañó Domingo García Sabell, presidente entonces de la Real Academia Galega. De esa visita acabaría por escribir para El País, en 1983, “Viendo llover en Galicia”, uno de los más hermosos textos dedicados a esta tierra y a su lluvia.

Llovió durante tres días, pero no de un modo incesante, sino con intempestivos espacios de un sol radiante. Sin embargo, los amigos gallegos no parecían ver esas pausas doradas, sino que a cada instante nos daban excusas por la lluvia. Tal vez ni siquiera ellos eran conscientes de que Galicia sin lluvia hubiera sido una desilusión, porque el suyo es un país mítico –mucho más de lo que los propios gallegos se lo imaginan–, y en los países míticos nunca sale el sol.

Daniel Asorey, Santiago de Compostela. El milagro, ilustraciones de Blanca Millán, trad. Héctor Cajaraville, Tintablanca, 2024.

La redención en los cuentos de hadas
La redención en los cuentos de hadas ı Foto: Especial

LA REDENCIÓN EN LOS CUENTOS DE HADAS

La palabra redención no debe asociarse forzosamente con el dogma cristiano ni con la teología, con la que su concepto tiene tantas connotaciones. En los cuentos de hadas, la redención alude, específicamente, a las circunstancias en las que alguien que ha sido maldecido o hechizado es liberado a través de ciertas contingencias o sucesos en el curso de la historia. Su naturaleza difiere esencialmente de la idea cristiana. El tipo de maldición es variable. En un mito, fábula o cuento de hadas, un ser por lo general es condenado a asumir la forma de un animal o la existencia de una vieja y monstruosa mujer o de un horrible anciano y luego, por medio del proceso de redención, se transforma en un príncipe o en una princesa. […] En otros casos, alguien que ha sido maldecido, se ve forzado, como consecuencia de ello, y sin desearlo, a ejercer el mal y la destrucción. Por ejemplo, una princesa asesina a todos sus amantes, pero al final, cuando es liberada del hechizo, y en virtud de esa redención, explica que fue impulsada violentamente por el poder del rito mágico a conducirse de ese modo, situación que no volverá a repetirse. No volverá a hacer el mal. Estos son los principales tipos de destinos malignos que puede sufrir una persona en los cuentos de hadas, esos fatales encantamientos, de los cuales él o ella son redimidos finalmente.

[…] Una persona presa de un estado neurótico, en algunos aspectos puede muy bien compararse a un ser humano hechizado. Forzada a un nivel muy bajo de comportamiento, la gente que padece una neurosis es capaz de obrar de modo discordante y destructivo hacia ellos mismos y hacia los otros, con motivaciones básicas o instintivas. Los cuentos de hadas que describen a tales seres no se detienen explícitamente en el problema de la maldición, sino que abordan el método de la redención, y en este sentido hay mucho que aprender, por su similitud en los procesos terapéuticos y de recuperación.

Marie-Louise von Franz, Símbolos de redención en los cuentos de hadas, trad. María Sepúlveda Campos, Luciérnaga, 2000.

LA FUENTE MISTERIOSA

Se trataba de confirmar las palabras de Diego de Landa, en cuyo libro halló Thompson por primera vez el relato de la fuente sagrada, el cenote de Chichen Itzá. Landa, basándose en antiguos relatos, pretendía que en tiempos de sequía se organizaban solemnes procesiones en los que los sacerdotes y el pueblo se dirigían por un amplio camino hacia la fuente sagrada, para allí aplacar la ira del dios de la lluvia por medio de horribles sacrificios humanos, arrojando a la fuente doncellas y muchachos elegidos tras solemne ceremonia. De la misteriosa profundidad de aquellas aguas insondables las víctimas no habían reaparecido jamás.

El “camino de la joven a la fuente”, motivo de tantas canciones populares, a pesar de su profundidad simbólica, aparece casi siempre como afirmación de la vida. En cambio, el de las doncellas mayas al sagrado cenote era camino de muerte y lo emprendían ricamente adornadas y lanzando un horripilante grito, apagado cuando su cuerpo chocaba con aquellas aguas estancadas.

Y ¿qué más contaba Diego de Landa? Añadía que era costumbre arrojar, después de las víctimas, ricas ofrendas consistentes en instrumentos diversos, joyas y oro. Thompson había leído también que “si ese país había tenido oro, una gran parte se hallaría sin duda en aquella misteriosa fuente”.

C. W. Ceram, Dioses, tumbas y sabios, trad. Manuel Tamayo, Orbis, 1985.

La fuente misteriosa
La fuente misteriosa ı Foto: Especial

UN PRINCIPIO UNIVERSAL

Aunque el Logos existe siempre, los hombres son incapaces de comprenderlo, lo mismo antes de oír hablar de él que después que han oído hablar de él la primera vez. En efecto, aun sucediendo todas las cosas según este Logos, parece que no tienen experiencia alguna de él, aunque sí que reconocen por experiencia palabras y hechos como los que yo expongo, cuando distingo cada cosa según su naturaleza y explico cómo es.

Pero a los demás hombres, como les pasan desapercibidas cuantas cosas hacen mientras duermen, del mismo modo les pasan inadvertidas cuantas hacen despiertos.

Por ello es necesario seguir a lo común. Pero siendo el Logos común, la mayoría vive como si tuviera una inteligencia particular.

Heráclito, “Fragmentos” en La sabiduría presocrática, trad. Matilde del Pino, Sarpe, 1985.

Cortesía
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CORTESÍA

La cortesía está llena de mentiras. Todos nos deseamos unos a otros los buenos días, decimos a las otras personas que las encontramos con un aspecto excelente, o que estamos encantados de conocerlos. Lo que en general ocurre es que no siempre creemos que los días sean especialmente buenos, ni el aspecto del otro nos parece tan bueno, ni estamos tan encantados de conocerlos. Pero en este tipo de amabilidad está basada nuestra relación mutua y, aunque todos estamos al tanto de la ficción que se esconde detrás de estas fórmulas, nos molesta cuando alguien abusa de su sinceridad y deja de lado la cortesía. Supongo que hay un tipo de mentiras que nosotros exigimos a los demás: las de cortesía, las del arte, las de la ficción, y en ocasiones hasta pedimos que se nos oculten realidades desagradables que no podemos cambiar. […] Muchos de nosotros actuamos como aquella señorita Luz, personaje de la obra teatral Mi Fausto, de Paul Valéry, cuando le pregunta a Fausto: “¿Quiere usted que le diga la verdad?”. A lo que Fausto responde: “Dígame usted la mentira que considere más digna de ser verdad”.

Fernando Savater,“Mentira, ficción y cortesía”, Los diez mandamientos en el siglo XXI. Tradición y actualidad del legado de Moisés, Debate, 2004.