La poeta y novelista nicaragüense Gioconda Belli recibió el 11 de noviembre, en el Palacio de Bellas Artes, el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria 2025, otorgado por la Secretaría de Educación Pública y la UNAM. Un galardón que se suma a muchos otros reconocimientos, entre ellos el Premio Sor Juana Inés de la Cruz y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Como mujer, la autora de Una mujer habitada y Un país bajo mi piel, junto a medio centenar de libros, ha sabido hacer del género la matriz de su obra, en diálogo entre el cuerpo femenino y la sociedad. La voz de la patria es otro eje de su narrativa, cuando el destierro parece ser la condición de tantos nicaragüenses que aspiran a un país libre y democrático.
Fuiste muy clara en tu discurso de agradecimiento al denunciar la “deriva tiránica” de Nicaragua, no ya por la dinastía somocista que ayudaste a derrocar en 1979, sino bajo el régimen de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Mencionaste que conociste a Carlos Fuentes en Managua, en medio de la euforia de la Revolución Sandinista, cuyo ideario Ortega traicionó.
Sí, tuve el privilegio de conocer a Carlos Fuentes en medio de aquella euforia. Su presencia fue para nosotros —jóvenes escritores, soñadores, militantes— un aliciente, pues admirábamos en su obra el constante recordatorio de que la imaginación tiene un cordón umbilical con la realidad. Puedo imaginarlo hoy: Carlos habría estado espantado ante esta nueva dictadura. Creo que ni la ficción le habría permitido vislumbrar que yo vendría a México, donde estuve exiliada en 1975, a recibir este premio luego de haber sido, en 2021, despatriada, confiscada y declarada traidora a mi patria.
¿Qué significa este premio?
Me honra recibirlo por la posición ética y comprometida que Carlos Fuentes tuvo a lo largo de su vida. Fue una persona que siempre estuvo pendiente del acontecer político y muy comprometido con la solidaridad de México hacia Nicaragua en contra de la dictadura de Somoza. Una solidaridad que, como afirmé en Bellas Artes, confío en que México vuelva a mostrar frente a la dictadura de Daniel Ortega.
En menos de una semana, tú y tu compatriota Sergio Ramírez, también exiliado en España, recibieron dos importantes galardones: él, la VI Bienal de Novela Mario Vargas Llosa.
Pese al destierro, siguen existiendo.
Precisamente de eso se trata: de demostrar que podemos seguir existiendo, seguir trabajando y que es posible mantener el nombre de nuestro país en alto. Hoy son miles las y los nicaragüenses empujados al exilio a raíz de la rebelión cívica de abril de 2018, ferozmente reprimida. Pero el hecho es que a Nicaragua no nos la pueden quitar: la llevamos dentro, y lo que hacemos tiene que ver con no dejar que Nicaragua se apague; crear una especie de Nicaragua portátil, que todos llevamos. Porque los que se están quedando realmente sin Nicaragua son ellos: están perdiendo el alma de nuestro país.
Carlos Fuentes decía que la literatura es “el acto de imaginar al otro”. ¿Cómo encarna tu escritura ese acto?
Poniéndome, en efecto, en el lugar del otro. Porque la literatura es eso: un acto de imaginar, de “inventar” la posibilidad del otro y la de todos de lidiar con problemas, de inventar metas, amores, países e imaginar futuros diferentes. La literatura tiene ese don de la imaginación, tan importante también para la política. Creo que uno de los grandes problemas que enfrenta hoy la política es una crisis de imaginación: mientras los populistas y la derecha manipulan la mente de la gente de manera negativa, nosotros estamos a la expectativa de ver qué va a pasar. Pero lo que va a pasar depende de las fuerzas que logremos reunir quienes queremos un mundo diferente y que no nos dejemos avasallar con mentiras.
¿Cómo ves desde España el pulso de la poesía y la narrativa latinoamericanas?
Te diría que la poesía no se ve tanto, porque es más difícil que circule con la misma intensidad, aunque pienso en la poeta mexicana Leonor Pataki, que acaba de ganar el Premio de la Fundación Lowe a la Creación Joven con Una madeja de estambre, un bellísimo libro sobe los gatos. En cuanto a la narrativa, está demostrando gran energía y músculo. Por ejemplo, novelistas han obtenido nominaciones al Premio Booker, como la argentina Gabriela Cabezón o el colombiano Juan Gabriel Vásquez; y también la argentina Samantha Schweblin, ganadora del National Book Award. Mientras, el premio Pulitzer lo ganaron la reconocida escritora mexicana Cristina Rivera Garza y el argentino Hernán Díaz. La literatura se ha internacionalizado y abarca temáticas que van desde lo ecológico hasta lo personal: la violencia doméstica y social, los miedos, los misterios o la memoria política de las dictaduras. Hay una gran cantidad de escritoras muy destacadas.
NO SE TRATA SÓLO DE MI PAÍS SINO DEL RUMBO QUE ESTÁ TOMANDO EL MUNDO, EMPUJADO DE NUEVO HACIA EL AUTORITARISMO
¿Qué sigue para ti?
Seguir escribiendo y resistiendo con esperanza, convencida de que la palabra tiene un enorme poder; es como un cometa: deja su cauda brillante y se ve. Mi patria sigue en pie, y los nicaragüenses seguimos en pie, porque la esperanza tiene que ver con el no doblegarse, y es que la derrota empieza en uno mismo. Y no se trata sólo de mi país sino del rumbo que está tomando el mundo, empujado de nuevo hacia el autoritarismo, en medio de la discriminación racista y la primacía de los intereses corporativos y multimillonarios, con una maravillosa tecnología puesta al servicio del consumo que, sin bien nos acerca y nos permite estar informados, también ha hecho que perdamos el sentido de comunidad. Como seres humanos, tenemos la obligación de resistir y de usar todas nuestras facultades creativas, de alegría, de posibilidad y de esperanza para derrotar ese pensamiento oscuro que quieren infundirnos para hacernos sentir impotentes. Eso es lo que tenemos que demostrar: que no somos impotentes y que debemos organizarnos y encontrar otra vez el sentido de comunidad.


