Banksy en México

El corrido del eterno retorno

Banksy en México
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Banksy, el artista del esténcil cuya identidad se desconoce, ha sido señalado como genio por muchos, como vándalo por otros y como mercenario por algunos más. En 2013 era buscado por la policía de Nueva York por pintarrajear las paredes de Manhattan. El grafiti era considerado un delito y el New York Post le dedicó una portada con la frase “Atrapen a Banksy”. El alcalde Michael Bloomberg se había pronunciado: “[el grafiti] es un signo de decaimiento y pérdida de control”. No eran los primeros en condenar la obra del nacido, supuestamente, en Bristol, Inglaterra.

Casi diez años después, el trabajo de Banksy ha pasado de las calles a las galerías. El 15 de octubre se inauguró en nuestro país la muestra The Art of Banksy Without Limits, en el Antiguo Hotel Reforma. Un exhaustivo recuento de las actividades del grafitero por todo el mundo. Se trata de reproducciones de los esténciles que lo han vuelto famoso a nivel mundial. Los originales han corrido todo tipo de suerte. Desde aquellos que han sido arrancados con todo y muro, y luego puestos en subasta, hasta los que han sido vandaleados por otros grafiteros o los que preservaron los dueños de los inmuebles o las autoridades, como es el caso de la pieza dedicada a Steve Jobs en Calais, Francia.

Para el economista Leonid Bershidsky, el mayor triunfo de Banksy ha sido desestabilizar el mercado del arte. No sólo por otorgarle valores de miles de dólares a lo que durante mucho tiempo ha sido calificado como terrorismo visual: el grafiti. También por el cambio en cuanto al comercio de la pieza. Que si bien termina por seguir el camino tradicional, con la intervención de un marchante, no procede del estudio del artista, sino de la estructura de un edificio. Lo que le ha generado lo mismo admiradores tan famosos como Brad Pitt que detractores de todos los niveles dentro del mundo de la política y el arte.

Más allá de la polémica, la muestra en el Antiguo Hotel Reforma permite al visitante aproximarse lo más posible a la experiencia de toparse con un Banksy en la vía pública. Por supuesto que aquí no existe el factor sorpresa. Y tampoco está fresco el contexto que rodea a cada pieza, explicado de manera puntual en fichas informativas. Pero ante todos los cuestionamientos que puedan surgir al respecto, es de dominio público que todo el dinero generado por su trabajo es donado a organizaciones benéficas, ya sean ecologistas, de protección de animales, etcétera. Lo que de alguna manera blinda la postura izquierdista de las obras. Sin embargo, no alcanza a escapar de la ironía de verse exhibido en un museo.

Es precisamente la ironía la que ha mantenido en la discusión pública la obra del artista

Es precisamente la ironía la que ha mantenido en la discusión pública la obra del artista. Para muchos documenta de modo insuperable la transformación de artista en mercenario que criticaba al principio de su carrera. Para otros ha conseguido colarse en el mundo plástico de lo pop junto a gigantes como Andy Warhol. En la larguísima muestra se pueden admirar las icónicas piezas que mantienen con vida la discusión. Aunque muchas de ellas ya no existen, la historia tras de ellas se ha convertido en la pieza misma. La representación de lo que ya fue es ahora lo que obtiene el estatus. Uno que pese a todo todavía conserva cierta marginalidad. Existe gente que pese a saber la cantidad de dinero que podría obtener por un Banksy prefiere destruirlo.

Pero quizá lo más seductor no sea su activismo, reflejado a través de sus pintas, o el dinero que su trabajo destina de forma indirecta al capitalismo que critica, sino que sea una marca sin un rostro que la identifique. No pocos nos hemos preguntado quién es. Su identidad es uno de los misterios más intrigantes de las últimas décadas. Quizá el día que sea revelada su trabajo perderá el atractivo. Quizá no. Porque más allá de la crítica social, su obra es una experiencia estética. Y como tal cumple una función. La de provocar en el espectador un variado número de emociones. Desde la admiración hasta la incredulidad de su postura.

Algo queda claro después de recorrer todas las salas: que Banksy ha sido uno de los artistas más debatibles de los últimos años. Podemos sentirnos identificados con su ideología o incluso incómodos. Lo que no podemos olvidar antes de irnos es pasar por la tienda de suvenires.