El espíritu macabro de Edgar Allan Poe

El espíritu macabro de Edgar Allan Poe
Por:
  • alejandro_garcia_abreu

A210 años del nacimiento de Edgar Allan Poe (Boston, 1809 - Baltimore 1849), Bernardo Esquinca le rinde homenaje en Las increíbles aventuras del asombroso Edgar Allan Poe (Premio Nacional de Novela Negra Una vuelta de tuerca, Almadía, 2018). En su historia, Poe —reconocido precursor de la novela policiaca moderna y del relato detectivesco, así como por amalgamar en su literatura lo macabro con el terror y la poesía— aparece en su juventud y también como un adulto. Esquinca advierte que se trata de un libro de ficción basado en hechos y personajes históricos; movió de su fecha original y reelaboró algunas situaciones que en realidad ocurrieron con la intención de acomodarlas en la trama. El resultado es una espléndida novela-tributo en la que palpita la angustia del escritor nacido en Boston. En entrevista, el autor jalisciense conversa, entre otros temas, sobre Lord Byron y su influencia en Poe, el trabajo con el ilustrador Mario Rivière y la posibilidad de lo fantástico.

Escribes: “Se quedó mirando, como todas las noches, el retrato de Lord Byron que había pintado con carbón en el techo. Le gustaba quedarse dormido mientras contemplaba la imagen de su héroe”. ¿Qué opinas de la vida y obra de Lord Byron en función de Poe?

Lord Byron era su ídolo de juventud. Admiraba su espíritu romántico y su valentía, además de su escritura. Para él era una figura tutelar. Su presencia me sirvió para mostrar los ideales tempranos del joven Poe, en comparación con el adulto que también vemos en la novela, ya doblegado por la vida.

Escribes: “Edgar llevaba largo tiempo mirando a través de la ventana del tren. En realidad no ponía atención en el paisaje exterior, sino en el interior”. ¿Qué significado literario le das al viaje en tren?

Es justamente el momento en el que Edgar comienza a recordar su adolescencia. En realidad, ese viaje en tren me sirvió de puente para unir las dos historias: la del joven que pasa un año en la Universidad de Charlottesville, que en ese momento tiene el futuro por delante, y la del adulto que varios años después deambula atormentado y melancólico por las calles de Nueva York.

"Quería hacerle un homenaje. Pero no contar lo que se sabe de su biografía, sino imaginar aventuras en las que se pudo haber metido".

¿De qué manera contrastas el paisaje exterior con el paisaje interior?

Es una idea muy ballardiana: el paisaje interior es la mente de los personajes y el exterior, una proyección de ésta.

“Nos vengaremos de la muerte”, se lee en un pasaje. ¿Escribes contra la muerte?

Creo que escribo contra el aburrimiento, y el aburrimiento puede matarnos o consumirnos, al menos. Entonces la respuesta es sí: escribo contra la muerte.

Con 388 diseños en índigo y bermellón, el cuerpo del Capitán George Costentenus —personaje real— estaba cubierto por tatuajes casi en su totalidad. ¿De qué maneras vinculas el arte del tatuaje con la literatura?

El Capitán Costentenus fue un personaje real, como mencionas, parte de la corte de freaks que tenía P. T. Barnum en su museo-espectáculo. Tenía todo el cuerpo tatuado y eso me sirvió para rendir un homenaje a otro de mis escritores favoritos: Ray Bradbury. Por eso la mención a El hombre ilustrado, con aquel ser magnífico cuyos tatuajes se ponían en movimiento para contar historias.

¿Cómo fue el trabajo con Mario Rivière, espléndido artista?

Conocí su trabajo a través de la editorial La Felguera, para la que ha realizado ilustraciones. Me pareció ideal para ilustrar mi libro, porque su obra conjunta lo clásico con lo pop. Vi ilustraciones de él sobre el siglo XIX en las que capta muy bien el espíritu de la época, pero que están lejos de la solemnidad. Eso fue justo lo que le pedimos que hiciera para mi libro, y afortunadamente aceptó colaborar. Sin duda hizo un trabajo genial, muy lúdico.

¿Qué detonó la escritura de Las increíbles aventuras del asombroso Edgar Allan Poe y cómo se modificó tu percepción del escritor tras finalizar el libro?

Poe fue el primer autor que leí con mucha atención en mi adolescencia. Su obra ha tenido un impacto importante en mis libros, así que quería hacerle un homenaje. Pero no quería contar las cosas que se saben de su biografía, sino imaginar las aventuras en las que se pudo haber metido, tomando en cuenta su espíritu macabro y el contexto histórico que le tocó vivir. Curiosamente, existen novelas de ficción sobre el paso de Edgar por la academia militar de West Point, pero nadie había escrito sobre su estadía en Charlottesville. Tras concluir el libro, el personaje se me volvió aún más familiar, tanto que desde entonces es simplemente Edgar para mí.

“Lo imposible transformaba al mundo en un lugar más habitable”, escribes. ¿Cómo vislumbras esa transformación del mundo en un lugar más habitable gracias a lo imposible?

La realidad que habitamos es muy vulgar, prosaica; la posibilidad de lo fantástico la vuelve más interesante. Creer en lo que está más allá de nuestros ojos siempre será mejor que conformarnos con la simplicidad de lo evidente.