El malestar en el (neo)liberalismo

El malestar en el (neo)liberalismo
Por:
  • alejandro_de_la_garza

Hasta la grieta donde habita en lo alto del muro descarapelado, llegan al venenoso los lamentos de nuestros (neo)liberales llamando a la unidad (¿?) contra el MAL (así, con mayúsculas), como si Arendt no hubiera ya documentado su banalidad. Frente al nuevo tiempo de canallas, exigen desesperadas acciones políticas gubernamentales contra el renacido Moloch.

“¡Moloch, la vasta piedra de la guerra, cuya sangre es un torrente de dinero, cuya alma es electricidad y bancos!” (Allen Ginsberg, “El Aullido”).

El alacrán insiste: nuestros “highly educated white-collar liberals” ven la paja en el ojo de Estados Unidos pero no parecen darse cuenta de la falta de valores liberales en la sociedad mexicana, cuya población empobrecida por el neoliberalismo tiene una escolaridad apenas de secundaria y es conservadora, católica, guadalupana, con rasgos intolerantes y discriminatorios, según la última encuesta nacional sobre el tema.

El rastrero se remite a los hechos: obsérvese a los panistas y priistas llenarse la boca contra la intolerancia y el racismo de Trump y al día siguiente votar contra el matrimonio igualitario. Obsérvese a los tres más o menos definidos precandidatos a la presidencia: una es pro-vida, enemiga de dar su derecho a elegir a las mujeres; otro es capaz de promover una consulta pública sobre el matrimonio igualitario y el aborto, como si los derechos y la libertad pudieran ser votados.

Y el último, integrante del partido más corrupto del país, no tiene ideología sino la de acomodarse a los tiempos políticos. Aún más, revísense las opiniones discriminatorias de nuestros políticos y columnistas sobre la intención del Congreso Nacional Indígena de promover la candidatura de una mujer india a la presidencia.

Llamarán “populista” al artrópodo, pero éste sugiere a los (neo) liberales tomar el Metro a Los Reyes, el Metrobús

a Tepalcates o viajar en autobús digamos a Jalapa o Acapulco. Acaso así “harán tierra” y dejarán por un momento de ver al país desde sus cubículos y sus programas de televisión.

“He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura”, escribió Ginsberg en “El Aullido”, pero Monsiváis, filoso, extrapoló: “He visto a las mejores mentes de mi generación, destruidas por la falta de locura, decir sí claro, licenciado”. El escorpión repta a su oquedad con Allen: “¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y devoró sus cerebros y su imaginación?”