"Hablemos de ópera": Pasión por el arte total

En su proyecto de divulgación artística, Gerardo Kleinburg nos introduce en un mundo donde la actuación, la música y las palabras se fusionan para crear una experiencia artística única. Este texto funge como un paseo, como una invitación entusiasta por parte de Estela Peña Molatore, a conocer la trayectoria y labor del renombrado crítico, promotor de la ópera y creador del curso "Mozart: la simplicidad de un genio", quien ofrece sesiones que exploran las historias detrás de este género poco atendido en nuestro país

Mozart, La flauta mágica (1791), en una representación en el MET de Nueva York, 2021.
Mozart, La flauta mágica (1791), en una representación en el MET de Nueva York, 2021.Foto: musicaenmexico.com.mx
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“Y sin embargo, debo confesar que a partir de hoy envidio. Me desgarra el tormento rabioso de la envidia. Pido al cielo justicia. No hay derecho: el don sublime, la sagrada llama no son premio del rezo, la fatiga, los sacrificios, el trabajo duro. No es justo, no lo es, que el don, la llama iluminen radiantes la cabeza de un loco, un libertino…”, dice el músico Salieri en la traducción de José Emilio Pacheco al drama del ruso Aleksandr Pushkin.1

Mozart y Salieri, una de las cuatro Malenkie tragedii (Pequeñas tragedias) de Pushkin, inspiró Amadeus, la genial obra teatral (1979) de Peter Shaffer, que luego fue adaptada y llevada a la pantalla (1984) por Miloš Forman. La cinta se hizo acreedora a ocho premios de la Academia, entre ellos el de mejor actor para F. Murray Abraham, por su magnífica actuación en el papel del envidioso Salieri. 

Contra lo que algunos pudieran pensar, Mozart no es el tema central ni de la obra de Pushkin en la versión teatral y cinematográfica, sino la envidia encarnada por el magnífico músico Antonio Salieri, quien se debate hasta la locura, literalmente, entre la admiración más profunda y la envidia más abyecta. Es que Wolfgang Amadeus Mozart fue un músico excepcional, un prodigio inexplicable y “muy probablemente el más grande compositor de ópera de todos los tiempos”, que sin duda ha suscitado lo mismo asombro, que resentimiento.

“CONOCER LA VIDA DE MOZART es hacerse de un nuevo amigo. Nadie entra de lleno a su vida y no sale sintiendo que tiene un nuevo confidente,

una nueva persona con quien charlar”, señala Gerardo Kleinburg en el curso "Mozart: la simplicidad de un genio". Kleinburg, a diferencia del Salieri de Pushkin, Shaffer y Forman, no siente envidia frente al grandioso austriaco, más bien se trata de una innegable admiración. Admiración en los términos más aristotélicos, como el sinónimo de sorpresa o maravilla, admiración que proviene de un profundo conocimiento de la música clásica, de sus compositores e intérpretes, de su tiempo y su historia, el cual transmite en dosis iguales de lucidez y vehemencia. Adentrarse en la vida de Mozart, Puccini o Monteverdi, de Beethoven o Tchaikovsky, o acercarse a las grandes óperas de la mano de Gerardo Kleinburg es una travesía apasionada y apasionante, pues el amor por la música ha marcado su propia vida, su destino. 

De formación ecléctica (estudió piano en la Escuela Nacional de Música e ingeniería bioquímica en el Tec de Monterrey), Kleinburg eligió labrar-se un camino en actividades relacionadas con la música. Muy joven se convirtió en el primer crítico no europeo en recibir el Premio de Crítica del Festival Internacional de Música de Salzburgo (1991), por su análisis de La flauta mágica. Poco después, la Embajada de Austria en México le confirió la Medalla Mozart por su destacada labor de difusión de la ópera. Durante diez años fue director general y artístico de la Compañía Nacional de Ópera; bajo su gestión grandes figuras de la escena operística mundial desfilaron por México. Fue director del Festival Cervantino, de la Casa del Lago y de Literatura en la UNAM, además de ser un destacado novelista y ensayista, conductor de programas de radio y televisión dedicados a la ópera y la música clásica. Con su charla de primera sensibilización operística, “El poder y la magia de la voz humana” se acerca a jóvenes y adolescentes en situaciones poco afortunadas, así como también a internos en reclusorios del país. Y con “Hablemos de ópera” nos abre a todos las puertas a un mundo de maravillas.

Éste es un arte que ha cautivado a audiencias de todo el mundo durante siglos. fusiona música, poesía, actuación y escenografía en un solo espectáculo .

ÉSTE ES UN ARTE que ha cautivado a audiencias de todo el mundo durante siglos. Fusiona música, poesía, actuación y escenografía en un solo espectáculo. Teje un tapiz de emociones y narrativas, consigue mediante cada nota, cada palabra y cada gesto contribuir a la narrativa emocional que se desenvuelve ante los ojos y oídos del espectador como una expresión totalizadora. La ópera es un universo en sí misma, como señala Kleinburg. Considerada parte de la alta tradición musical, tiene la capacidad de tocar las emociones y de contar historias de lo humano, lo que la hace cercana y entrañable para cualquiera, a condición de perder el miedo a aproximarse a ella y de abatir los prejuicios desde una postura de curiosidad y asombro. 

Nadie mejor para conducirnos en este viaje de descubrimiento que Gerardo Kleinburg, un crítico excepcional, además de apasionado promotor y educador de este arte. Los cursos "Hablemos de ópera" (que han crecido con las nuevas secciones "Hablemos de música" y "Hablemos de literatura") abarcan desde la historia de ese género hasta su estructura musical y emocional, así como la vida de sus compositores y un acercamiento a sus intérpretes. Brindan la oportunidad de adentrarse, de forma sencilla y amable, en el fascinante universo de la ópera desde una didáctica que envuelve y entusiasma, una invitación abierta para todos aquellos que desean apreciar y gozar de este género musical, entretejido de armonía, bellezas, emoción.

Nota

1 Mozart y Salieri / Don Juan o El convidado de piedra, Aleksandr Pushkin, aproximación José Emilio Pacheco, ERA, México, 2020.