Jinetes negros, guerra buena

Presentamos dos momentos clave del autor de “algunos de los poemas más extraños y feroces del siglo XIX” —según Auster­—: el que da título a su primer volumen, así como “la soledad humana” que expresa en una alegoría de la experiencia bélica

La llama inmortal de Stephen Crane
La llama inmortal de Stephen Crane
Por:

TRADUCCIÓN BENITO GÓMEZ IBÁÑEZ

DE   JINETES NEGROS Y OTRAS LÍNEAS

Jinetes negros vinieron del mar.

Hubo chocar y chocar de escudo y lanza,

y fragor y fragor de cascos y talones,

bárbaros gritos y cabellos ondeantes

en la prisa del viento:

así el galope del pecado.

LA GUERRA ES BUENA

No llores, doncella, que la guerra es buena.

Porque tu amante alzó las frenéticas manos al cielo

y el espantado corcel siguió corriendo solo,

no llores.

La guerra es buena.

Retumbantes, roncos tambores del regimiento,

almas menudas sedientas de batalla,

estos hombres nacieron para marchar y morir,

la misteriosa gloria se cierne sobre ellos,

grande es el dios de la batalla, grande, y su reino...

un campo donde yacen mil cadáveres.

No llores, niño, que la guerra es buena.

Porque tu padre cayó en las trincheras amarillas,

rabió en el pecho, jadeó y murió,

no llores,

la guerra es buena.

Veloz, centelleante bandera del regimiento,

águila con cresta de rojo y oro,

estos hombres nacieron para marchar y morir.

Muéstrales la virtud de la carnicería,

que conozcan la excelencia de matar

y del campo donde yacen mil cadáveres.

Madre de corazón prendido como humilde botón

en la espléndida y radiante mortaja de tu hijo,

no llores.

La guerra es buena. 

Fuente: La llama inmortal de Stephen Crane (Seix Barral), © 2021. Paul Auster, © 2021. Cortesía otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México.