Mujeres de axila potente

Mujeres de axila potente
Por:
  • carlos_velazquez

Aclaremos una cosa: a las mujeres jamás no les apestarán los sobacos nunca como a un hombre.

Una vez despejado ese punto, prosigo. Mucho antes de leerlo en los libros de Pedro Juan Gutiérrez yo ya era fan de las mujeres a las que le chilla la ardilla.

Existe otro tipo de morra stinky: a la que le apestan las patas. Lo cual me parece de pésimo gusto. Pero el olor a axila no sólo es tolerable sino sumamente erótico.

Lamer axila ha sido desde hace décadas una de mis máximas aficiones. Hay mujeres a las que es imposible practicárselo. Pero otras no tienen las cosquillas tan a flor de piel y son todo un banquetazo.

Abundan los mitos alrededor de la axila que ladra y muerde. Que a una mujer le huelan las bisagras no significa que sea sucia. La transpiración es como los memes: no perdona. Estoy convencido que a Jesucristo también le hedían.

Habría que organizar una sesión espiritista para contactar a los fantasmas de Dimas y Gestas y hacerles una entrevista al respecto. He visto a morras muy guapas renegar hasta lo indecible porque apenas salen de la regadera la ardilla comienza su manifiesto. Como los pollos engordados químicamente, se trata de una cuestión hormonal.

Ardilla que chilla no es sinónimo

de atracción. He olfateado a varias mujeres y no me han producido el menor entusiasmo. Son como algunos platillos, que están en la carta a precios estratosféricos

pero que no seducen a mi paladar. Pero he conocido algunas que poseen el imán de atracción de la misma intensidad que el olor de la vagina. Cuando me encanta el aroma de una axila o de una vagina me convierto en una puta ventosa. Quiero aprovechar para mandarle saludos a la vagina de Karen y decirle que en el Top Ten de mis vaginas predilectas está en el número uno.

De vuelta al tema de la axila les comento que hace tiempo salí con una mujer que tenía la costumbre de no bañarse a diario. Y me volvía loco. No era extranjera, era nacional. Si de mí hubiera dependido jamás habría vuelto a pisar la ducha. Pero ya saben como es la vida laboral, tiene la insensatez de pedirnos ir en contra de nuestra naturaleza. Las ocasiones que esta chica duraba sin bañarse por tres días era rotundamente feliz. Siempre que veía su blusa mojada en la parte de la axila era como ver la Batiseñal.

Llámenme burgués si quieren, pero no tolero una axila de mujer peluda.

Aromática sí. También estoy en contra de las vaginas como junglas. En la serie Californication, Hank Moody está siempre en una cruzada contra los pubis rasurados. Pero yo no comulgo. No comparto la misma nostalgia. En los setentas, cuando el afro en la vagina era la fiebre yo ni siquiera había nacido.

Tampoco soy de los que a güevo exigen el pubis baldy. Con un corte a la flat top me conformo.

Por otro lado, qué asqueroso es el olor de axila del hombre. En algunos casos es como respirar directamente de las entrañas de

un animal muerto. Lo que más odiaba

de la escuela era tener que darle el golpe a la bisagra de mis compañeros.

Apenas entraba al salón de clases sentía el patadón de pudrición. El mal olor de las axilas es provocado directamente por las bacterias. Pero existen de bichos a bichos. Y los de las mujeres ocasionan atracción. Habría que consultar a las morras acerca del olor de las axilas de un hombre. ¿Existirá alguna a la que le guste? Lo dudo mucho, a menos que sea como Patti o Selma de Los Simpsons y tenga el sentido del olfato muerto.

La axila de la mujer me parece un tema poco tratado en la literatura. Hace falta un ensayo al respecto. Correría a comprarlo. La mayoría de las mujeres a las que les chilla la ardilla se avergüenzan de su condición. Es inútil, por más que se insista, en explicarles que es uno de los afrodisiacos más poderosos que existen. Mientras que para ellas es algo desagradable y causa de aflicción, para cerdos como yo es un premio.

Los desodorantes son todo un tema. Cuando la ardilla que chilla es asunto serio éstos no surten efecto. Y muchas mujeres recurren al bicarbonato. Mi enemigo natural. He conocido a chavas que en un arranque de jipismo han transbordado al desodorante vegano. Ese que es como una piedra. Es un fraude. No funciona. Por lo tanto no estoy en contra de él. Por mí pueden seguir usándolo, porque les ruge la bisagra bien sabroso.

Una vez un compa dejó a una morra preciosa porque sus glándulas sudoríparas eran de escándalo. Qué fresa. Al contrario, yo le habría propuesto matrimonio. Así que ya saben morras de la axila potente, escríbanme.