Soñar acaso

Ojos de perra azul

Soñar acaso
Soñar acasoCortesía de la autora
Por:

Abro los ojos, recuerdo lo que en sueños viví pero que en realidad no pasó, lo que experimenté de otra manera, en desorden, sin tiempo. No sé si soñar tanto y acordarme a detalle es una maldición o un superpoder. Tengo suerte de no amanecer más loca después de todas las cosas extrañas que me pasan dormida.

Tuve un sueño atrevido para una chiquilla precoz, no tenía más de nueve años. Me siento en las piernas del niño que más me gusta en el mundo, de frente; le doy, yo a él, un beso de pico en la boca. Lo abrazo, no quiero despertar, el cosquilleo en el cuerpo no ha desaparecido. Lo revivo y lo añoro en reiteradas vigilias e insoportables insomnios.

EN OTRA OCASIÓN sufrí la peor pesadilla. Un hombre vestido de traje negro y sombrero de copa me acecha por una calle empedrada, había llovido antes, piso los charcos al correr deprisa para evitar que me devore los brazos, las manos. Llego hasta la cocina de la casa en donde vivo, me escondo dentro de una alacena vacía. No le digas que estoy aquí, le imploro a la mujer que está frente a la estufa. A través de la puerta entrecerrada veo al catrín que pregunta por mí. Petrificada, en silencio, tiemblo de miedo. Aún siento escalofríos, terror de la persecución ante la amenaza de quedar amputada, sin poder jugar, comer, abrazar.

Lo abrazo, no quiero despertar, el cosquilleo en el cuerpo no ha desaparecido

Hoy sigo analizando la escena, y no tengo respuestas sobre cuál podría ser el significado oculto, acaso el placer de esconderme y ser buscada, no sé si encontrada. El malvado hombre que comía brazos jamás se me ha aparecido de nuevo. Pasaron los meses, las décadas, volví a encontrarme con el niño del beso en tierras oníricas, se repite la escena varias noches seguidas, le escribo mensajes. Le cuento lo que hicimos, dónde y cómo, si éramos humanos, demonios o ángeles, si él estaba cantando, si yo era público o personaje a la vez. Aunque nada es verosímil ni pretendo que lo sea, sé que me entiende. Los dos preferimos habitar las quimeras, los laberintos mentales, sin que haya un cielo que nos limite.

COMPARTAMOS EL SUEÑO, me respondió el otro día. Besémonos en serio, yo le contesto, en las horas sin delirios, en un espacio que nos pertenezca. Desnúdate, vuela conmigo. En el viento solar mis brazos renacen en alas, te envuelven, en la entrega viajamos al placer que se cumple. Hagamos que la fantasía se haga vida, no sólo deseo en nocturna ilusión.

* El que no arriesga, no cama.