Tres cuentistas

El corrido del eterno retorno

Tres cuentistas
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JEFFREY EUGENIDES, DENUNCIA INMEDIATA, ANAGRAMA, 2018

Las novelas de Eugenides son portentos de inagotable belleza. Sin embargo, su debut como cuentista es bastante medianón. Denuncia inmediata se compone de diez textos escritos 1988 y 2017. Se esperaría que fuera tan deslumbrante como en sus novelas, pero no, es desconcertante, a ratos aburrido y gratuito. Si el novelista destaca como un autor riguroso, como cuentista  es demasiado laxo. La estructura de las historias está lejos de reverenciar al género. Por el contrario, parecen retazos, fragmentos, rebanadas de otros pasteles a los cuales les falta el betún. Están bien escritos, se trata de Eugenides, pero muchos se antojan un trámite, un coqueteo, una indagación de una aspiración que no culminó. El hecho mismo de que pertenezcan a épocas tan alejadas unas de otras parece indicar que más que un proyecto pensado de manera específica se trata de una reunión de textos sueltos. Ya sea por capricho del autor o porque el mercado editorial no puede esperar más por su siguiente novela, da lo mismo. El libro resulta predecible. Si algo rescata su lectura es el tono. Que por momentos consigue sostener sus tramas, pero no es suficiente. Es obvio que Eugenides nunca será tan buen cuentista como novelista.

MARGARET ATWOOD, NUEVE CUENTOS MALVADOS, SALAMANDRA, 2020

La mayor virtud de este libro, que originalmente se titula Stone Mattress, es también su principal defecto. Que Atwood se quiera alejar de El cuento de la criada es muy valiente. Ensayar otros registros es uno de los desafíos del escritor. Pero en ocasiones no tratar de replicar el éxito también es peligroso. El problema con Nueve cuentos malvados es que Atwood se centra en un lector especializado: el de los clubes de lectura. Y su escritura consiente demasiado a sus seguidores. No los problematiza. No los hace escandalizarse. Sus historias resultan bastante inofensivas. Sus personajes viven en un mundo de caramelo. Y cuando por fin alguno va a rebelarse lo regresa al corral. El humor que emplea es inofensivo. Pareciera que sus editores le hubieran solicitado un libro que no incomodara a nadie. Y lo consigue con bastante acierto. Nueve cuentos malvados es demasiado largo. Nadie dijo que un libro de cuentos debe ser de tal o cual extensión. Pero para concluir estas 300 páginas hay que esforzarse demasiado. Y la esperanza de rescatar una gema del fondo de sus páginas nunca llega.

El problema con Nueve cuentos malvados es que Atwood se centra en un lector especializado: el de los clubes de lectura 

LORRIE MOORE, GRACIAS POR LA COMPAÑÍA, SEIX BARRAL, 2015

Nada molesta más que un autor que salpica sus historias de un tufo modernista. No es el caso de Moore, una veteranaza del cuento, quien consigue asombrosamente seguirle el pulso al tiempo y retratar historias del presente sin caer en lo démodé. Los relatos de Gracias por la compañía son audaces porque lo mismo abordan una historia de fantasmas entre amigas que una relación enfermiza entre una pareja de músicos de rock o, en el cuento que da título a la colección, una boda que es asaltada por una banda de motociclistas forajidos que intentan impedirla pero se equivocan de fiesta. Moore no le teme a nada. Confía en su tono, pero sabe que no lo es todo. Y dejar todo en manos de él, por hipnótico que resulte, es hacer sólo la mitad de la chamba. En Gracias por la compañía parecen pervivir distintas narradoras, pero es una sola. La variedad de voces crea este efecto. No hay elementos unificadores entre las distintas historias, sin embargo todas las narraciones poseen la misma vitalidad. Y es que aun en sus momentos más oscuros, donde habla de la enfermedad, la vejez y la muerte, pero nunca con conmiseración, este libro está repleto de vigor. Moore no es nada fresa. Su manera de abordar la enfermedad es dura. Sin miramientos. Pese a ello hay momentos de mucho humor. Pero no cualquiera. Ese tipo de humor que te asalta en los momentos más inoportunos. Ese pinche humor que no salva, que no reivindica, pero que vuelve los actos más inexplicables y es al final gracias a él que se quedarán marcados en la memoria por mucho tiempo.