Las vidas locas

OJOS DE PERRA AZUL

Las vidas locas
Las vidas locasFoto: Cortesía de la autora
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He contado mi historia muchas veces, de distintas maneras y variantes, para vivir más y mejor, para no aburrirme. Encarno en otros destinos paralelos, le doy significados a mi existencia, así no la desgasto y dura más, invento alternativas de ser y de estar, en adición a la que me fue asignada. No sé cuál es la verdadera, todas me ocurrieron, las que imagino, las que te platico, las que escribo, en todas fui yo y las otras a la vez.

Tuve diversos nacimientos. Uno fue un parto de emergencia y prematuro dentro de una ambulancia, entre paramédicos, avenidas transitadas y una sirena ensordecedora. Otro fue en un lugar lejano, una mujer celta me parió con complicaciones, tuvo que expulsarme a los casi diez meses porque yo no quería salir al mundo, se asombró de que tenía los ojos abiertos y que no lloré. Desde entonces llego tarde o temprano a todos lados, habito lugares certeros y equivocados. Soy mexicana, rusa, irlandesa, pero vivo en la Luna y en Venus, soy Virgo, Capricornio y Piscis, con ascendente en signo de interrogación.

A veces me narro in media res, con la acción en marcha, me aparezco sin presentación alguna. Es más atractivo, dramático, y el nudo enseguida llama la atención, siempre dejo pendiente el desenlace. Estuve muerta diez minutos, resucité en los brazos de un prohibido amante y le confesé un secreto que guardé durante años. Puedo concentrarme en puros flashbacks, aquí, allá, revivo escenas del pasado como si estuvieran ocurriendo en el presente. Si decido reseñarme en orden cronológico, dibujo una línea del tiempo y señalo los eventos decisivos, se revuelven, empalman, se distancian uno del otro en el cajón de los recuerdos y aventuras. El día que aprendí a andar en bici me rompí el brazo, no hay cicatriz que lo compruebe, no era buena en matemáticas, pero sí en arte, conservo dibujos enmarcados con paisajes dantescos como El Bosco. Soy adolescente, hui de mi hogar sin hallar una causa de mi falsa rebeldía, me detengo en remembranzas para volver a recrearlas.

Añado bifurcaciones a los hechos, doy diferentes versiones cada vez que me preguntan sobre algo personal, voy al parque frente a mi casa, digo que estuve con los leones en el Serengueti, comí en la Fonda del Recuerdo, suena mejor un sushi en Shibuya, anduve con un simple mortal, presumo que era Mick Jagger, tengo o no una gemela, es la que se porta mal, yo no soy. Embellezco los atardeceres y los convierto en metáforas cuando los describo, manejo en carreteras que me llevan al País de Nunca Jamás, las anécdotas mejoran si las torno misteriosas y oscuras, a los sucesos cotidianos los salpico de sangre y atravieso con balas. Adapto mis odiseas para una serie por streaming, capítulos y temporadas, soy la actriz principal, la propia espectadora, tras bambalinas observo y corrijo la actuación.

No sé si mis relatos se han vuelto más mentira que verdad, lo recordado simula lo presenciado. He vivido setenta veces siete vidas, he amado cien amores, escrito esta columna una y otra vez para reinventar las muchas Yo que soy, he sido y seré.

*Tengo el tiempo descontado.