Verónica, una batalla mental para el thriller mexicano

Verónica, una batalla mental para el thriller mexicano
Por:
  • jesus_chavarria

Siguen siendo muy pocas las producciones mexicanas que apuestan por hacer cine de género, y muchas menos las que salen bien libradas de tal atrevimiento. Sin embargo la mayoría de ellas resultan un tanto interesantes o de menos verdaderas curiosidades.

El thriller psicológico que hoy nos ocupa, se encuentra entre las primeras, sin dejar del todo de entrar en la segunda categoría. Y es que por encima de su manufactura, a lo que nos referiremos más adelante, la película parte de una premisa por demás peculiar y atrevida. La trama, sigue los pasos de una psicóloga, quien por recomendación de uno de sus antiguos profesores, sale del retiro para tomar el caso de una chica cuyo anterior terapeuta desapareció. Ella por cierto, tiene la habilidad de entrar con demasiada facilidad en la cabeza de la doctora y habrá de convertirse en algo más que un reto profesional, le llevará a enfrentar una peligrosa batalla, que pone en duda quién es el verdadero paciente.

Es precisamente este duelo mental, que profundiza en la infancia y las relaciones madre e hija, el que se convierte en uno de los aspectos más interesantes de la propuesta de los directores Carlos Algara y Alejandro Martínez Beltrán, pues a pesar de que los diálogos abusan de alusiones a términos científicos, reflexiones filosóficas y forzadas enseñanzas, también resultan el pretexto ideal para el lucimiento histriónico de la siempre efectiva Arcelia Ramírez, cuya matizada interpretación encuentra una acertada réplica en Olga asegura, -recordada por la película Gonzalez-, quien por cierto, en su preparación para el personaje dijo haber incluido clases de hipnotismo, y aquí logra salvar los ya mencionados excesos del guión, manteniéndose siempre dentro del tono. También destaca la austeridad -que no pobreza- escenográfica, el blanco y negro, y los espacios limitados en los que se concentra la acción, que terminan de delinear la personalidad de la protagonista, y redundan en secuencias casi claustrofóbicas.

En contraste, hay muchos otros elementos que se quedan solo en apuntes, como la cuestión erótica que no es más que un accesorio, los puntos de tensión que apenas sostienen parte del desarrollo, además de la consabida vuelta de tuerca que no funciona del todo, debido a qué para ese entonces, la inconsistencia del ritmo ya provocó un evidente distanciamiento con el espectador, al que para esas alturas ya le importa muy poco lo que le pueda pasar los personajes. Verónica, también presentada en Macabro -el Festival Internacional de Cine de Terror de la Ciudad de México-, aunque fallida, como ejercicio fílmico logra algunos momentos interesantes, y es un necesario intento por tocar los géneros menos recurrentes en nuestro cine actual, que pareciera completamente consumido por la comedia romántica.