The Umbrella Academy: diversidad con superhéroes disfuncionales

El mundo se va a acabar. Es lógico, si lo pensamos con detenimiento: las consecuencias del calentamiento global son cada día más evidentes, la contaminación aumenta, el agujero en la capa de ozono crece, el derretimiento de los polos se acelera. Hemos inventado teléfonos que reconocen nuestros rasgos faciales, pero en muchos lugares del mundo la guerra sigue siendo el contexto en el que se nace, se crece y se muere. Según el Programa Mundial de Alimentos, 795 millones de personas en el mundo padecen hambre, y así podríamos seguir durante párrafos y párrafos. En definitiva, el apocalipsis se acerca y, de alguna forma, nos lo buscamos. A pesar de eso, los siete hermanos de The Umbrella Academy intentarán salvar a nuestro golpeado mundo mientras luchan con asesinos a sueldo, descubren secretos familiares e intentan dilucidar el qué, cómo y cuándo del apocalipsis con la intención de modificar el curso de los acontecimientos.

Confieso que las películas de superhéroes jamás me han gustado. Sin embargo, sí me resulta interesante el origen de estos personajes, cuya creación dista mucho de ser azarosa. Estos íconos norteamericanos representan las sociedades de cada momento histórico, sus miedos, sus anhelos y, en muchos casos, son la herramienta para transmitir ciertos valores a la población, como lo fue Capitán América en su momento. Me gustaría, a modo de juego, fantasía o ejercicio, pensar en algunos de estos superhéroes contemporáneos ya que, si todos estamos hablando de ellos, algo podremos descubrir sobre nosotros mismos.

El líder de la familia, Luther (Tom Hopper), cuenta con una fuerza sobrehumana que nos remite irremediablemente al famoso Hulk. Dentro de una sociedad violenta y con un culto desmedido al físico, el poder de unos brazos musculosos puede defendernos de los malvados pero, también, constituir un riesgo si hay un uso desmedido de la fuerza. Algo similar ocurre con el poder: vehículo para el cambio, pero constante alarma del despotismo, la impunidad y los abusos.

Otro superpoder explorado y reexplorado en la historia de los cómics es la posibilidad de viajar en el tiempo. Ésta ha sido la obsesión y fantasía de muchos de nosotros ante la horrible incertidumbre del futuro. Sin embargo, como escribió Borges, “la memoria no es menos prodigiosa que la adivinación del futuro”. ¿Cuántos errores evitaríamos en el presente si tuviéramos una memoria tan poderosa como para recordar la historia de nuestros pueblos? ¿Cómo conjugar el aprendizaje del pasado con una visión de futuro en un presente con características propias? He aquí el dilema.

El Dato: Aunque la historia transcurre en 2010, ningún personaje utiliza teléfonos celulares. Todos usan teléfonos públicos.

Si bien estos son personajes que podrían caber en gran parte de la historia, hay uno que refleja un problema exclusivo de nuestro siglo XXI. Allison (Emmy Raver-Lampman), es capaz de convertir un rumor en una realidad. Sí, exactamente, lo mismo que hacemos nosotros a través de redes sociales cuando reproducimos información de dudosa procedencia, pero con un peso monumental en la construcción de la opinión pública.

¿No es, acaso, la gran condena de nuestros tiempos? El tribunal puede absolvernos pero, si la multitud de Twitter ya ha decidido que somos culpables, es posible que carguemos con eso durante un buen tiempo. O, al menos, hasta que haya un nuevo culpable en el trending topic semanal que expíe nuestros pecados.

Para finalizar, me quedo pensando en el último de los superpoderes. Aquel que es invisible y del que no tenemos conciencia. Aquel que ha sido históricamente acallado, suprimido e ignorado. Aquel que, al igual que en la serie, tiene tanta fuerza que atemoriza a los poderosos. Todos tenemos superpoderes, sólo hace falta asumir que cada uno desde su trinchera puede modificar realidades e impulsar cambios, y no dejar que nadie nos convenza de lo contrario. Nosotros somos los superhéroes, que no se nos olvide.

http://www.youtube.com/watch?v=0DAmWHxeoKw