En espacios próximos al Gobierno de plano no entienden qué pasa en estos días por la cabeza de morenistas relevantes en el Congreso como Alfonso Ramírez Cuéllar y Gerardo Fernández Noroña. No se entienden, nos comentan, sus ganas de afilar espadas contra Estados Unidos, cuando desde la Presidencia el mensaje ha sido distinto: uno que ha cuidado las palabras, de defensa firme de los paisanos, pero también de clara condena a la violencia. El diputado y el senador, nos comentan, han dejado aflorar los ánimos de lucha, obviando toda lógica diplomática que su carácter de legisladores también debe revestir. El primero tuvo que echarse para atrás sobre la protesta que se organizaba en la embajada y el segundo, menos cuidadoso, ha decidido confrontar al senador republicano Eric Schmitt, por el tema de los impuestos a las remesas, quien ha revirado con un amago de subirlo. Lo malo que eso no le pega a Noroña, sino a los paisanos, a los que supuestamente quiere defender. Uf.