El Chueco sigue prófugo

Despiden fieles a curas jesuitas asesinados

La gobernadora de Chihuahua asistió al sepelio; el recorrido fue acompañado por un fuerte dispositivo de seguridad; religiosos piden la reconstrucción del tejido social

Maru Campos Galván, estuvo presente durante los servicios religiosos, ayer.
Maru Campos Galván, estuvo presente durante los servicios religiosos, ayer.Foto: Cuartoscuro
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Entre cánticos y rituales rarámuris, con aplausos y vivas, cientos de feligreses despidieron a los sacerdotes jesuitas Javier Campos, “Padre Gallo”, y Joaquín Mora, “Padre Morita”, cuyos cuerpos fueron sepultados este lunes en el atrio de la parroquia San Francisco Javier, en la comunidad de Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, justo donde ejercían su ministerio.

El 20 de junio, ambos párrocos fueron asesinados, al igual que el guía de turistas Pedro Palma, presuntamente por el líder delincuencial José Noriel Portillo Gil, El Chueco, quien se encuentra prófugo y por quien se ofrece una recompensa de cinco millones de pesos.

La primera parada del recorrido del cortejo fúnebre fue Creel, la entrada de la sierra. Luego las carrozas fueron subiendo poco a poco por las barrancas, parando en otras localidades en medio de un fuerte despliegue de las fuerzas de seguridad, hasta llegar al interior de la iglesia donde fueron asesinados a balazos.

En cada parada se repitieron rituales indígenas que, según sus creencias, sirven para restablecer el orden de la vida y elevar sus almas al cielo.

Al llegar a Cerocahui, hombres, mujeres y niños flanqueaban la carretera para recibirlos con globos y banderas blancas, símbolo de una paz que no tienen en esta sierra.

Luis Gerardo Moro, provincial de la Compañía de Jesús, dijo que el asesinato de los religiosos recuerda al homicidio de monseñor Óscar Arnulfo Romero en El Salvador, en 1980.

“Ofrecieron su vida en sacrificio… que nos recuerda el sacrificio de nuestro Señor Jesús, de monseñor Romero, y tantos que han dado la vida por el pueblo”, manifestó el provincial, al concluir la misa de cuerpo presente.

De acuerdo con medios locales, el obispo de la Tarahumara, Juan Manuel González, pidió que la muerte de los jesuitas sea motivo de esperanza para la reconstrucción del tejido social.

“No echemos culpas juzgando y señalando, como lo hacían los escribas en tiempos de Jesús; ciertamente siendo críticos, cuando nuestras autoridades cometan errores, participativos y valientes ante la verdad a la que nos confronta el Evangelio”, dijo.

Destacó que durante toda la noche del domingo se realizaron danzas rarámuri para honrar a los siervos de la Compañía de Jesús, y se efectuó una ceremonia de purificación en el lugar donde se cometieron los asesinatos.

Después se colocaron los restos de los jesuitas para la celebración de su misa exequial. La gobernadora de Chihuahua, María Eugenia Campos, también acudió a la parroquia de San Francisco Javier, así como otros funcionarios.

Bernardo Barranco, especialista en creencias religiosas, dijo a La Razón que el asesinato de los jesuitas es una llamada de atención a que las políticas de seguridad pública no han funcionado.

“Y la postura de la Cuarta Transformación y del Presidente es que la seguridad la debe atacar desde sus raíces, que es la pobreza, la miseria, la educación, pero son estrategias de muy largo plazo”, mencionó.

Enfatizó que la gente está pidiendo protección a corto plazo y no puede ser que el crimen organizado siga agrediendo y extorsionando a la sociedad.