Era su primer día de trabajo... y murió en la mina

Era su primer día de trabajo... y murió en la mina
Por:
  • larazon

Foto Cuartoscuro

carlos.jimenez.razon@gmail.com

Eran las cinco de la mañana del martes cuando los faros de una camioneta de carga iluminaron las oscuras calles del Barrio Madera, un poblado del municipio de Sabinas, Coahuila. Iba a recoger a Leobardo Sánchez para llevarlo a su primer día de trabajo en el recién perforado pozo de carbón.

Recibió la bendición de su esposa y se fue… pero ya no regresó con vida.

El miércoles pasado Viviana, su esposa, que apenas cumplió 22 años, tuvo que velarlo en la sala de su casa. Con un kilo de sal formó una cruz en el piso y le colocó cuatro veladoras. Era el mismo lugar en el que Leobardo solía convivir con sus hijos de cuatro y dos años y el de ocho meses de nacido.

El Barrio Madera, en el que nacieron Leobardo y Viviana, es un poblado que se localiza a unos 30 kilómetros del centro de Sabinas, donde la mayoría de las casas tiene techo de lámina, las calles son de tierra y apenas hay un par de tiendas de abarrotes.

Las mujeres se dedican a cuidar a los niños, mientras que los hombres salen a trabajar en la región carbonífera.

“No hay más trabajo que irse a las minas, por eso Leobardo se fue para allá. Esa mañana cuando pasó la camioneta yo le dije que no se fuera, pero dijo que tenía que hacerlo porque ya no había dinero y se fue… y, mira ,ya no regresó”, cuenta la viuda, mientras intenta enjugar lágrimas que escurren por sus mejillas.

Josua, el más grande de sus hijos, corre descalzo y juega afuera de la casa con un perro flaco sin saber lo que pasó con su papá. Adentro, sentada en una silla de plástico, Viviana arrulla en sus brazos a su hija Merani.

Ni Viviana ni su suegro Juan tienen idea de qué harán ahora que murió Leobardo, quien era el sostén de la familia.

Las autoridades estatales les prometieron una indemnización, pero hasta ahora sólo les han dado 500 pesos.

“Nos dijeron que mientras nos iban a dar para los camiones y luego nos avisaban”, relata.

Hace siete años Viviana se casó con Leobardo. En el tocador de su recámara hay una fotografía del día de su boda. También una que se tomaron cuando ella tuvo su primer embarazo. Ahora sólo guarda los recuerdos.

“Era su primer día en esa mina y yo le dije que no fuera, que se quedara conmigo, pero no me hizo caso. Le di su bendición, me dio un beso y ya no regresó”...

Sólo tenían que “echarle ganas”

Para trabajar en el pozo de carbón que explotó el martes no era necesario tener experiencia. Los patrones buscaban a quien le “echara ganas” y tuviera el valor de escarbar en esa fosa que siempre olía a gas.

Por eso en la entrada del lugar los “apoyaba” Jesús Fernando, un niño de 15 años, que suplía a su papá. Y por eso mismo cuando Néstor Carmona, de 22 años, se enteró que buscaban a cinco trabajadores que completaran la cuadrilla se unió al grupo.

“No les pedían nada, sólo que le echaran ganas y sacaran lo que pudieran”, contó Gaudencio Carmona mientras espera recuperar el cuerpo de su hijo que está seputaldo en la mina.

A decir de los deudos, las autoridades no tienen definido ni siquiera quién era el encargado de medir los niveles de gas en el lugar.