Un año de guerra, escenario más agitado y paz lejana

Un año después de la guerra en Ucrania, los amagos persisten sin claridad de un fin a corto plazo y un cúmulo de millones de muertos, heridos, refugiados y desplazados, en un mundo agitado por el jaloneo de un nuevo orden mundial por choques entre Occidente y Rusia.

Así, la promesa de paz, que ambos países dicen buscar, sigue en vilo por la falta de coincidencias y con bajas probabilidades de negociar o castigar los crímenes de guerra, de acuerdo con los internacionalistas Alba Gabriela Cabriada, Alejandro Martínez y Genaro Beristain, cuando suman al menos ocho mil civiles muertos en Ucrania, más de 200 mil bajas en combate y ocho millones de refugiados, el doble de los registrados en un mes.

A su parecer, ninguno de los involucrados permitirá presiones ni represalias contra sus tropas o combatientes —civiles y mercenarios—, mientras la Organización de las Naciones Unidas (ONU) insiste en garantizar una “paz duradera”.

En entrevista con La Razón, el analista en Seguridad Alejandro Martínez calificó el escenario como un “limbo jurídico”, pues las acusaciones son contra soldados y milicianos ajenos a las Fuerzas Armadas, plano en el que resaltan fines políticos y publicitarios más que una intención de enjuiciarlos.

El académico de La Salle admitió dificultades para juzgar a los criminales por ejecuciones sumarias, tortura y violaciones, entre otras, pues “dudo que aceptarían (Rusia y Ucrania) la jurisdicción internacional; preferirían sancionar en su legislación nacional”, indicó al recordar que ninguna de esas naciones pertenece a la Corte Penal Internacional (CPI).

Martínez y Beristain coincidieron en que el conflicto evidencia que los juicios están sujetos a la voluntad de Kiev y Moscú, a la negociación de paz y al prolongamiento de la guerra, pues aunque pueden juzgar a los prisioneros, es complicado que el caso llegue a instancias internacionales.

Beristain alertó de más complicaciones al recordar que sigue en activo el teatro de operaciones y que permitir la intervención de la CPI “sería reconocer que se excedieron”, hecho que descartó para los dos en disputa, pues dijo que sólo los derrotados y sin fuerza para evitar sanciones son juzgados como los dirigentes en Rwanda y Liberia; mientras que Martínez comentó que podrían quedar sólo como “efectos históricos”.

En torno a los delitos, recalcaron que sin el fin de la guerra hay muchas limitantes para comprobarlos, realizar peritajes y recuperar evidencia, pues los culpables hicieron lo posible para borrar su huella, lo que recuerda el caso de Bucha donde al retornar los ucranianos hallaron decenas de fosas con civiles ejecutados.

Y es que con un escenario caliente no hay garantías de acuerdos, específicamente en términos territoriales, pues los internacionalistas indicaron que, más allá de las negociaciones, ni Zelenski ni Putin están dispuestos a ceder territorio.

Al respecto, Cabriada puntualizó que hay en juego varios factores, como el replanteamiento de un orden internacional —choque entre Occidente y Eurasia—, el complejo industrial por las ganancias en la venta de armas, recursos energéticos y alimentos que implican un impacto económico global con daños colaterales, al ejemplificar la escasez de productos como trigo, arroz, maíz, gas y petróleo que podrían “dinamizar conflictos” en otras latitudes.

Asimismo, la académica de la UNAM mencionó que se conmemora un año del conflicto, pero éste tiene antecedentes desde 2014, al recordar la anexión de Crimea y la negativa a reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas Donetsk y Lugansk, pactada en la gestión de Petró Poroshenko en los acuerdos de Minsk (que atestiguaron Francia y Alemania), previo a la era Zelenski. Asunto en el que varios países han evitado pronunciarse como los de África al recordar declaraciones del ministro de Exteriores de Uganda, Haji Abubaker Jeje Odongo, quien rechazó ponerse del lado de Occidente: su colonizador.

Además, los analistas precisaron que, más allá de los reflectores y reveses en el campo de batalla, ninguno quiere perder territorio, mucho menos ante el rival.

“Dudo que Zelenski quiera ser el presidente ucraniano que pasa a la historia como el que cedió el territorio nacional”, sentenció Beristain en torno a las negociaciones paralizadas, pese a que el líder defensor sabe que en algún punto dejará de fluir el apoyo militar, que genera cada vez más costos económicos.

Tema en el que Martínez Serrano apuntó que es muy difícil que Rusia devuelva los territorios anexados (Lugansk, Donetsk, Jerson y Zaporiyia), pues eran sus objetivos ante la supuesta represión contra prorrusos y rusoparlantes.

Por separado, Alba Gabriela Cabriada llamó a ser cautos, pues aún no es claro cuánto puede prolongarse ni hasta qué punto llegarán Rusia, Ucrania y sus respectivos aliados en una guerra que Putin admitió es de “fronteras históricas”.

En torno a la participación de China, que plantea una propuesta de paz, la docente agregó que su política exterior es diferente a la de Occidente pues, pese a los choques, “es más conciliador en términos de cooperación”, por lo que ve viable que se involucre activamente. Tema en el que el propio Zelenski cambió de parecer, pues días después de rechazar un plan de pacificación de éste, se abrió a escuchar su oferta con miras a conseguir un respaldo al planteamiento de 10 puntos que hizo desde hace meses, aunque la estrategia de China es diferente.

El defensor afirmó que es posible dialogar y generar coincidencias, al tiempo que recibe más respaldo militar y económico con la nueva visita, ahora de su homólogo español, Pedro Sánchez, quien garantizó más tanques Leopard y confirmó que militares ucranianos ya son entrenados para su manejo.

No obstante, en este posible acercamiento oriental, EU externó sus dudas al reiterar que Beijing prevé enviar armas al régimen que alardeó de su poderío al amagar con aumentar su arsenal de misiles hipersónicos a unos días de suspender el tratado de desarme News START.

ONU empuja salida inmediata de tropas rusas

A Horas de que la guerra en Ucrania cumpla un año, la Asamblea General de las Naciones Unidas sumó nueva presión al conflicto al presionar a Rusia a poner fin a la guerra.

Con el respaldo de 141 gobiernos, entre éstos México y aliados que entregan armas a Kiev como Estados Unidos e integrantes de la Unión Europea (UE), el organismo exigió al régimen de Vladimir Putin retirar de inmediato a todas sus tropas que acumulan 365 días en territorio invadido tras un largo debate sobre la resolución de la delegación del líder defensor Volodimir Zelenski.

Sin embargo, no toda la comunidad internacional se pronunció por acabar con este conflicto prolongado; siete naciones votaron en contra del plan, pues Bielorrusia, Eritrea, Mali, Nicaragua, Norcorea y Siria se sumaron a la posición tajante del Kremlin; mientras que 32 más se mantuvieron neutrales y evitaron confrontar al régimen ruso, como el caso de China.

Dicha respuesta es la segunda votación que hace el organismo para presionar a Putin para acabar con esta invasión, pues, pese a las propuestas de Occidente, este conflicto no ha tenido eco en el Consejo de Seguridad, pues como miembro permanente Rusia ha usado su derecho de veto.

Este resultado es muy similar a la primera votación de la ONU desde que estalló la guerra. Fue a una semana de los bombardeos en Kiev que la Asamblea promovió una condena mundial en la materia, hecho que apoyaron 141 gobiernos, pero aquella ocasión sólo cinco se unieron a Moscú, dos más que ayer, y 35 evitaron ponerse en contra de Rusia al abstenerse.