Ola nacionalista que rechaza globalización revive movimientos de independencia

Ola nacionalista que rechaza globalización revive movimientos de independencia
Por:
  • alejandro-galindo

Aunque no todos los movimientos de independencia vigentes están necesariamente ligados a los partidos radicales nacionalistas, el ascenso de éstos en la última década, principalmente en Europa, ha oxigenado a las causas secesionistas que si bien no han tenido éxito en el pasado hoy se presentan como una opción cada vez más posible.

Escocia, que ya prepara un segundo referéndum de independencia, arrastra hasta hoy la frustración de muchos ciudadanos que anhelan la era de la nación soberana que terminó uniéndose a la corona británica en el siglo XVI. En 2014, una primera consulta oficial reflejó que aún eran mayoría quienes querían quedarse bajo la administración de Londres, pero este año, con  la crisis que produjo el divorcio de Reino Unido y la Unión Europea, y el impulso del líder nacionalista, Boris Johnson, ha hecho que los ánimos de soberanía crezcan.

En España, la extrema derecha o derecha radical ha sido un motor al movimiento catalán de independencia, que tiene la finalidad de apoyar a un movimiento que, si tiene éxito, serviría de ejemplo a sus propias reclamaciones independentistas locales, por defender su concepción de una Europa de microestados étnicos.

La nueva ola nacionalista europea que, incluso ha sido comparada con el nazismo alemán, es posible que no comulgue desde el inicio con los ideales que han empujado a estas regiones a abandonar su relación con una potencia mayor; sin embargo, le sirven para lograr su sueño de asistir a la muerte de la Unión Europea, que sería más complicada para sostener si la integran varios centenares de países.

Manuel Martínez Justo, académico y director de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la UNAM, reflexionó para La Razón que el fenómeno nacionalista que crece en la actualidad, con sus causas varias: “de orden ético, religioso, político o económico” constituye “un factor de riesgo a la integración” mundial.

“En buena medida lo que hemos visto es una proliferación de cada vez más entidades estatales, me parece muy conveniente destacar que si en 1945 la ONU tenía 51 países integrantes, hoy tiene 193, la última incorporación fue Sudán del Sur en 2011, lo que nos habla de crecimiento exponencial en número de Estados”.

Desde las décadas de 1960-70 “se ha cuadruplicado el número de Estados reconocidos y todavía teníamos en el panorama Estados con problemas de reconocimiento, como es el caso de Palestina, el caso de Taiwán o de Sahara Occidental, Estados que sólo algunos países reconocen. Entonces digamos que en esta misma tendencia lo que me parece enfocar que cada vez tenemos más actores en el panorama”, lo que complica la integración.

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Para Martínez Justo, se trata de un fenómeno de la globalización, pues “implica siempre la homogeneización desde el punto de vista cultural, del consumo, de los comportamientos humanos.  Lo que ocurre es que la globalización ha conseguido que se internacionalice toda nuestra vida y ese proceso de internacionalización implica que evidentemente si yo tenía una cultura diferente, tradiciones diferentes, un modo de vida diferente, un consumo diferente, todo se homologue y muchas veces no estamos de acuerdo con perder esta parte cultural, esta parte de tradiciones, esta parte de consumo local que se va transformando con la propia globalización y frente a eso surgen resistencias.

"La globalización ha conseguido que se internacionalice toda nuestra vida. Si yo tenía una cultura diferente, tradiciones diferentes, un modo de vida diferente, muchas veces no estamos de acuerdo con perder esta parte”

Héctor Herrera

Politólogo

Héctor Herrera, de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, asegura que a diferencia del colonialismo, “hoy vemos movimientos que tienen que ver más con la escisión que con la división de territorios”.

Quebec, Cataluña, el País Vasco, Chechenia, Cachemira, por mencionar algunos ejemplos,  son “territorios que hoy forman parte de una federación o de un estado centralizado, unitario de forma que no hablamos propiamente de ese viejo modelo en el que teníamos una colonia externa muy alejada  que servía para la explotación”.

Ahora, señala, la explotación dejó de ser el centro de las inconformidades. Las pequeñas comunidades independentistas se enfocan en emancipar sus tradiciones, sus banderas, su lengua y hasta su capacidad para constituirse en una nación que sea, incluso, más competitiva a la que pertenecen en la actualidad, como promueven los nacionalistas.

Con información de Evert G. Castillo