EU supera 100 mil muertes, afroamericanos e Hispanos, mayoría

En esa nación son 100,422 fallecimientos; en poblaciones con minorías, el embate más fuerte del virus; Enfrentan estadounidenses doble reto: conseguir inmunizador contra Covid y vencer ola antivacunas

Los hermanos Erika y Dwayne se consuelan por la muerte de su madre, en Newark, el 2 de mayo.
Los hermanos Erika y Dwayne se consuelan por la muerte de su madre, en Newark, el 2 de mayo.Foto: AP
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Estados Unidos vive una oscura primavera que se resume en más de 100 mil muertes en cuatro meses, por la pandemia del Covid-19. La cifra —que, por cierto, puede ser mucho mayor si se toma en cuenta el problema del subregistro— ha sido también un golpe que desmanteló la cruda desigualdad que se vive en la primera potencia mundial.

La muerte pandémica pegó más a pobres que a ricos, a negros que a blancos, a ancianos en el abandono que a jóvenes en plenitud, y a latinos, prófugos de un gobierno que los rechaza.

Los lugares donde EU retira a sus adultos mayores (asilos, centros de vida asistida y desarrollos con restricción de edad) son donde el virus golpea con eficiencia mortal. En algunos estados, casi dos tercios de los muertos tenían 80 años o más.

Y aunque negros, pobres e hispanos son minoría, en esta crisis han sido víctimas de manera desproporcionada.

Un análisis de The Washington Post sobre la situación del Covid-19 en los estados y las ciudades del país muestra el notable desequilibrio social y racial.

Por ejemplo, en la capital estadounidense, Washington DC, donde 46 por ciento de los residentes son negros, 76 por ciento de los que murieron de coronavirus eran afroamericanos. Aunque la población de la ciudad es blanca en 37 por ciento, los blancos apenas representan 1 por ciento de los fallecimientos por el brote.

En otros lugares, la disparidad es aún mayor. En Michigan, las muertes de la comunidad afro constituyen 40 por ciento del total de víctimas, aunque sean 14 por ciento de la población estatal.

Algunos de los brotes más feroces se dieron en lugares de mayoría negra, donde la red de seguridad social ya estaba deshilachada y la escasez de atención médica es común en medio de los altos niveles de afecciones médicas subyacentes.

El coronavirus también pegó a los latinos de una manera igualmente devastadora, en parte porque muchos viven en hogares reducidos y saturados; además, trabajan en industrias de servicios que requieren cercanía con otras personas.

Los latinos tienen más del doble de probabilidades que los blancos (26 por ciento en comparación con 10 por ciento) de conocer a alguien que ha muerto por el virus, según una encuesta de ABC News-Ipsos, publicada la semana pasada.

El virus ha sido más amable donde viven los ricos y feroz entre los pobres, muchos de ellos son inmigrantes que temen buscar atención médica porque se encuentran en el país de manera ilegal o porque carecen de seguro de salud.

En Mississippi, el condado de Lauderdale, que ha perdido más personas, está lejos de estar densamente poblado, pero más de una cuarta parte de los 74 mil 125 ciudadanos vive por debajo del umbral de pobreza, según las cifras del censo 2019. Esta localidad albergaba a 47 de los 580 que murieron por Covid-19 en ese estado.

EL OTRO RETO. El presidente Donald Trump pagó más de 1.2 mil millones de dólares para asegurar 300 millones de dosis de una eventual vacuna contra el Covid-19 (más o menos la población de Estados Unidos); sin embargo, de existir un antiviral, sólo la mitad de estadounidenses estaría dispuesta a vacunarse, de acuerdo con una encuesta publicada ayer por el Centro de Investigación de Asuntos Públicos de la Agencia Associated Press-NORC.

El sondeo halló que 49 por ciento planea vacunarse, mientras que 31 por ciento dice que no está seguro. El 20 por ciento afirma que definitivamente no lo hará.

Los números reflejan que el factor social tiene un peso relevante a la hora de garantizar una reducción sustancial del riesgo de propagación, cuando el grueso de la población rechaza los medios preventivos para la salud.

Éste no es el primer síntoma de la rebeldía estadounidense al cuidado sanitario. Desde hace días, cuando los estados comenzaron a reabrir sus negocios y relajar las cuarentenas, imágenes de todas las latitudes dieron cuenta de cómo, pese al peligro de contagio, cientos de miles salieron a tomar el sol en playas y albercas abarrotadas; incluso hicieron eco de la exigencia del presidente Trump de iniciar una acelerada reapertura, a través de protestas masivas.

El porcentaje de aquellos que dicen que se vacunarían es casi el mismo que los que dijeron que planearon vacunarse contra la influenza estacional, en una encuesta de 2019, realizada por la Fundación Nacional para Enfermedades Infecciosas.