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La extravagancia y la no reelección

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Los diputados y senadores ya no podrán reelegirse en periodos consecutivos. Ésa es la reforma que está en puerta y que sólo puede ser impedida si se rompe la coalición gobernante.

Es poco probable que esto ocurra, así que México será, junto con Costa Rica, el único país que no permite que los legisladores repitan en el cargo.

Carlos Ugalde recuerda que, a esta peculiaridad, Giovanni Sartori le llamó, en su momento, “la extravagancia mexicana”.

En la exposición de motivos de la iniciativa se señala que se trata de volver al espíritu de la Constitución de 1917, pero no es así, ya que no fue sino hasta 1933 cuando el presidente Plutarco Elías Calles impulsó el cambio, con el objetivo de disminuir el poder de cacicazgos locales, establecer un control de las postulaciones desde el Partido Nacional Revolucionario (PNR), pero definidas en Palacio Nacional.

Como nadie sabe para quien trabaja, quien lo aprovechó fue el general Lázaro Cárdenas, y así pudo ir conformado a grupos parlamentarios que le debieran lealtad a él y no al jefe Máximo.

En 1964, Vicente Lombardo Toledano, diputado y dirigente del Partido Popular Socialista (PPS) logró que se aprobara la reelección legislativa, pero los cambios fueron rechazados por los senadores del PRI debido a resistencias que se inscribían en el juego de la propia sucesión presidencial, donde los grupos hacían sus cálculos desde etapas tempranas.

Cosas de la vida, el principal opositor a la reelección fue Carlos Madrazo, presidente del PRI, porque creía que una transformación de ese calado podría favorecer a Alfonso Martínez Domínguez, coordinador parlamentario.

Solo hasta 2014 es que se logró que transitara a una propuesta semejante y se incluyó, a propuesta del PAN, en los acuerdos generales del Pacto por México.

Los argumentos para que prosperara, con beneplácito de todas las fuerzas políticas, consistió en que permitiría la profesionalización en la carrera parlamentaria, dotaría de mayor independencia a los legisladores, obligados, en teoría, a servir a sus electores.

Por desgracia, esto no llegó a cristalizar del todo, porque los dirigentes partidistas tienen una enorme influencia en lo que respecta a las candidaturas.

Es una reforma reciente y sus efectos apenas son perceptibles. En 2021 ocurrió la primera reelección de legisladores, lo lograron 139, 107 por mayoría relativa y 32 por la vía plurinominal.

Para nada es que sea general la búsqueda consecutiva del cargo y mucho menos que las dirigencias de los partidos y luego los ciudadanos lo permitan ya en las urnas.

Faltó diagnóstico y quizá imperó más la idea de borrar uno de los pocos aspectos que sobreviven del Pacto por México, que de la utilidad ya práctica de estos cambios.

A diferencia de otras reformas, en este caso habrá poca oposición, sobre todo porque hay un claro desapego a la política.

Los ciudadanos no siempre se sienten representados y mucho menos cuando observan las traiciones al voto de la que son capaces algunos personajes.

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