Canadá es un país diverso y complejo. No sólo su gran extensión territorial provoca que existan amplias diferencias entre las regiones que la conforman, sino que su población presenta divisiones en intereses, problemáticas e identidades difíciles de conciliar para lograr andar por un mismo camino político sin demasiados roces.
En los últimos años Canadá enfrentó dificultades económicas. Aunado al gran golpe de la pandemia, las tensiones inflacionarias y el desgaste de un Primer Ministro, Justin Trudeau, que se mantuvo más de una década en el poder, hicieron que los vientos de cambio se levantaran en el país. Trudeau dimitió en favor del también liberal Mark Carney y éste no tardó en llamar a elecciones anticipadas en un cálculo digno de aplausos por su valor y visión política.
Carney sabía que las encuestas indicaban una amplia ventaja para el partido conservador. Sin embargo, supo leer la reacción que se estaba gestando en el pueblo canadiense ante las tensiones con el nuevo gobierno estadounidense y las fuertes declaraciones de su Presidente en materia económica y política. EU estaba rompiendo relaciones con su más cercano aliado y vecino. La guerra arancelaria y las amenazas de anexión para hacer de Canadá una provincia estadounidense desataron la furia y la pasión de los ciudadanos canadienses. Así las cosas, se cumplió aquello de que el enemigo de tu enemigo es tu amigo y se registró una tendencia histórica en el camino hacia las urnas. La gente dejó atrás sus preocupaciones habituales, que dividían al electorado, tales como: la economía, la ecología, el separatismo de las provincias francófonas, etc., para centrarse en una preocupación común: hacerle frente a la amenaza de EU. La pregunta en la mente del ciudadano, inspirado por un despertar patriótico, fue entorno a quién podría plantarle cara al presidente estadounidense. La respuesta, según vaticinaron las encuestas, fue Carney. Así, se vino una voltereta histórica en las y el partido liberal no sólo se recuperó de la amplio desventaja que tenía al inicio de la contienda, sino que pasó claramente al frente.
Carney, a diferencia del candidato conservador, Poilievre, representa valores comunitarios que chocan con la actual deriva de su vecino. Su contrincante en esta elección quedó atrapado en un discurso que se asemejaba al de los republicanos estadounidenses y pagó caro el precio de esa asimilación. Canadá ha votado pensando en la defensa de su soberanía, dejando de lado las diferencias importantes que marcan a su población. Carney, si se confirman las tendencias, tendrá que enfrentar el doble reto de plantarle cara a EU sin desatender esos asuntos en segundo plano que, si bien no son urgentes, son realmente importantes.
