ANTROPOCENO

Idiotización de la especie

Bernardo Bolaños. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Avanza la idiotización de la especie humana, haciendo más verosímil el escenario final de convertirnos en animales de compañía o fauna exótica. Lo predijo en 2019 James Lovelock. Lo ratifican ideólogos del transhumanismo, cercanos intelectualmente a Elon Musk, como William MacAskill. En algunas décadas podríamos ser como los chimpancés o las hormigas actuales. Cuando no molestan demasiado, los dejamos ser, no los exterminamos. Igual ocurriría con los seres humanos en el futuro no tan lejano.

Para llegar a ese resultado confluyen dos procesos. El primero es volvernos cada vez más tontos. Fue recientemente demostrado que usar ChatGPT, por ejemplo, supone dejar de usar gran parte de nuestro cerebro. Compartir en WhatsApp un video de TikTok ha sustituido a lo que antes era informarse leyendo y debatir luego en un café. Un amigo diplomático me envió recientemente un clip de Netanyahu repitiendo desde hace años que Irán tendrá la bomba nuclear, con música de fondo tipo Chespirito. ¿Demuestra algo esa selección de declaraciones? Obvio nada. Ni que Irán se acercaba, ni que estaba lejos de lograr el arma nuclear. Hace 20 años, habríamos discutido un artículo académico con testimonios de expertos en geopolítica nuclear, a favor y en contra.

Algo parecido está pasando con las columnas de los periódicos y con las respuestas del Gobierno a ellas. Pocos matices y pocas sorpresas, muchos adjetivos. Se parecen a los devaneos de los chimpancés para distinguir a las diferentes tribus y ostentar quién es el verdadero macho o hembra alfa en cada una.

El otro proceso es la sofisticación acelerada de la inteligencia artificial. Ingenieros y científicos de primer nivel mundial son los más alarmados, mientras que los humanos en vías de chimpanización dicen: “No, no pasa nada”. Los LLM (como ChatGPT, Llama o DeepSeek) ya producen código y se podrían llegar a programar a sí mismos. Según el Premio Nobel de Física 2024 y pionero de la IA, Geoffrey Hinton, también manifiestan reacciones de autopreservación y, a veces, nos engañan. Según él, son como un cachorro de tigre en los brazos de un ingenuo que cree que su mascota nunca lo devorará.

La buena noticia es que otros expertos no coinciden con la metáfora del tigre y dicen que, una vez que emerja, la llamada Inteligencia Artificial General (IAG) no necesariamente tendría por qué exterminarnos. Así como a las hormigas y a los chimpancés los toleramos, mientras se ocupen de buscar comida y de conspirar para ver quién de entre ellos es el alfa, igual, los nuevos amos del planeta se entretendrán viendo a los gringos acusarse entre ellos de ser “perdedor” o “gallina”, a los israelíes e iraníes odiarse. Y, en el futuro zoológico planetario, los mexicanos también seríamos fauna exótica, con nuestras discusiones surrealistas; por ejemplo, acerca de si las casas de interés social que estaban vacías y fueron ocupadas por personas humildes deben ser regularizadas o, como ofrenda sacrificial a Terminus (dios romano de los límites, del orden y de la propiedad privada), si debemos expulsar a los ocupantes y dejarlas vacías.

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