8 y 9 de marzo: Nadie nos detendrá

8 y 9 de marzo: Nadie nos detendrá
Por:
  • valev-columnista

Leyendo algunas de las atroces declaraciones de presidentes de Chile, Argentina, Brasil y México, entre otros —las mujeres tienen la culpa de ser abusadas, si dicen no quiere decir sí, no la violaría porque es fea, no la contrato porque se embaraza y me sale muy cara, groseras, conservadoras, corazoncitos (sic)— queda aún más clara la urgencia de protestar, resistir y no permitir que se rompa el hilo de la esperanza hasta que desaparezca la desigualdad, la discriminación, el machismo y la violencia.

Los cambios están generando terror en quienes hasta hoy gozan de impunidad y que ejercen el poder sobre una nación, empresa, escuela, familia, pareja, sin respetar los derechos humanos más fundamentales. La marcha del 8 de marzo y el paro del día 9 servirán para unir fuerzas y saber que no estamos solas. Que somos millones que no vamos a descansar hasta que este país ya no sea un espacio letal y sí un lugar más justo para las mujeres, pero también para los varones que sufren las consecuencias de una crianza machista que los condena a la violencia como única forma de autoafirmación.

Algunas mujeres tienen miedo de marchar porque para muchas será su primera vez. En el círculo inmediato en el que me muevo, somos más de 100 que de manera organizada y libre, formamos un contingente diverso. Hace unos años era impensable que el poder de convocatoria de las mujeres finalmente se volvería imparable. No me puedo imaginar un lugar más seguro que una marcha feminista, en donde todas cuidaremos de todas.

Marcharemos porque tenemos miedo, a pesar del miedo y para ya no vivir con miedo. Marcharemos con más ganas, para que el Estado deje de devaluar a un movimiento que  no dejará de crecer hasta que la muerte y la impunidad paren. La indiferencia ya no es opcional. Se trata de las vidas de las mujeres. Queremos que las familias y amigos de las desaparecidas y asesinadas sepan que no están solos, que los vamos a acompañar a que se haga justicia. El corazón de este movimiento es exigir un país justo e igualitario, para que dejen de morir 10 mujeres todos los días y miles de hombres, a manos de otros hombres.

El paro del día 9 fue ignorado por el jefe del Estado Mexicano porque las mujeres no formamos parte de su agenda. Tendrá que cambiar de opinión más pronto que tarde, de modo personal, con sus palabras y acciones, porque el mundo ya cambió aunque él no se haya dado cuenta. Son urgentes los liderazgos masculinos claros y comprometidos en la causa de las mujeres. Ya no es suficiente con decir que aman a su familia y que nunca han acosado ni violado a nadie. Tendrán y tendremos todos que revisar nuestro pequeños o monstruosos machismos internalizados y comenzar a desmontarlos, con autocrítica y educación.

Está ocurriendo el derrumbe, momento de incertidumbre, angustia, pero también de esperanza en que el cambio cultural es urgente para construir una sociedad diferente, mejor que la que tenemos hasta hoy. Necesitamos aliados y aliadas en cada uno de los mexicanos. Les debemos un país mejor a los que apenas empiezan a vivir.