Antonio Fernández Fernández

La ciudad y los perros

ANTINOMIAS

Antonio Fernández*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Fernández
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Para Rufino y Benito mis queridos perros.

La ciudad y los perros, fue el título de la primera novela del escritor Mario Vargas Llosa, ganadora del Premio Biblioteca Breve en 1962, cuya historia se refiere a la vida de los jóvenes en el Colegio Militar Leoncio Prado, donde se les somete y humilla y en el cual a los alumnos de nuevo ingreso los bautizaban tratándolos de forma denigrante y llamándolos “perros”.

La vida de los perros ha sido muy azarosa, mientras que en muchos pueblos y rancherías han vivido de una forma libre, consiguiendo su comida de diversas formas, mediante las sobras de la comida de sus dueños o en otras ocasiones buscando algunas sobras en los mercados públicos, tal vez de ahí los dichos populares: “vives como perro”, o “eres un pata de perro”.

Por otro lado, en las zonas urbanas la vida de los perros cambia, pues los instalan en el patio de la casa, en espacios minúsculos, sufriendo las inclemencias del clima, sed y hambre, además de la reclusión, reciben poco cariño y tienen pocas comodidades, algunas veces sus dueños con ellos se desquitan de sus frustraciones de la vida, de ahí el dicho “al perro más flaco se le suben todas las pulgas”.

Sin embargo, a los perros les ha llegado una mejor época, sobre todo en las zonas de clase media y alta de las grandes ciudades, en donde las personas viven más solitarias, en muchos casos se hacen acompañar de un perro, que llega a ser más que una mascota, convirtiéndose en parte de la familia, con todos los privilegios de un hijo, cama, comida especial, juguetes, baño profesional, corte de pelo, y muchas cosas más que muchos humanos quisieran tener, pero lo que no ha llegado, a muchos de sus dueños, es asumir la gran responsabilidad que implica tener un perro como mascota.

Para empezar, falta el deber de respeto del lugar donde habitan, como pueden ser las reglas del condominio, donde muchas veces no se permite tener perros, y, sin embargo, los tienen; donde los perros no deben hacer sus necesidades en las áreas comunes, como el jardín, patio, pasillos, terrazas y, sin embargo, ahí las hacen, desde luego que no es culpa del perro, es culpa del dueño, y no obstante eso, en muchos casos, además de no hacerse responsables de recoger sus excrementos, si alguien osa decirles algún comentario, se molestan tanto que pueden ser agresivos.

Los perros son parte de una ciudad, tener un perro y hacernos responsables de él nos hace más humanos, pero cada día se hace más difícil la convivencia de los humanos y sus perros con los otros humanos que no tienen perro, pues en muchas plazas comerciales, tiendas, restaurantes y áreas públicas se les permite la entrada a los perros y muchas veces ni los dueños, y mucho menos los perros, están preparados para comportarse en dichos lugares, lo que les puede causar problemas con las demás personas.

Por todo lo anterior, para una mejor convivencia se deben de señalar claramente las reglas y deben de respetarse para tener una sana convivencia con los perros en lugares públicos y, en todo caso, se deben de señalar las sanciones por su incumplimiento; sólo de esta forma podremos convivir sanamente las personas y sus perros, con las demás personas.