Arturo Damm Arnal

Ocho mil millones

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hemos alcanzado los ocho mil millones de seres humanos en el planeta, motivo de preocupación para algunos, como lo ha sido desde que Thomas Malthus (1766-1834) publicó su Ensayo sobre el principio de la población (1798), en el cual afirma que, dado que los alimentos crecen de manera aritmética (1,2,3,4,5,6…), y la población de forma geométrica (2,4,8,16,32,64…), el futuro se presenta lúgubre.

Hasta que Paul Ehrlich (1932) publicó La bomba poblacional (1968), afirmando que, dado que en la década de los 70 del siglo pasado cientos de millones de personas morirían de hambre, el futuro se anuncia sombrío, todo ello sin olvidar Los límites del crecimiento (1972), informe encargado al MIT por el Club de Roma, cuya conclusión general es que, de mantenerse las tendencias (las de hace 50 años), en materia de crecimiento demográfico, industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de recursos naturales, el crecimiento económico, medido por la producción de bienes y servicios, alcanzaría sus límites en cien años (faltan 50), momento a partir del cual el futuro se pronostica por demás tétrico.

Hasta el momento ninguna de tales predicciones se ha materializado, lo cual no quiere decir que no tengamos problemas, desde económicos hasta ecológicos (siendo economía y ecología, comenzando por su etimología, dos caras de la misma moneda), pero no hay que confundir problemas, que siempre habrá, con el apocalipsis demográfico/ecológico que algunos predicen y que no tendrá lugar. Léase el excelente libro Ten global trends every smart person should know de Ronald Bailey y Marian L. Tupy, cuyo último libro es: Superabundance: The story of population growth, innovation, and human flourishing on an infinitely bountiful planet.

Mención aparte merece Julian Simon (1932-1998), autor de, entre otros libros intelectualmente retadores, El recurso definitivo (1984), en el cual afirma que el principal recurso para mejorar las condiciones de vida es la capacidad productiva del ser humano, lo que lo hace capaz, entre otras cosas, de producir más de lo que consume (lo cual posibilita el ahorro), sobre todo cuando opera en el marco de la economía de mercado, basada en la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal.

¿Cuáles fueron las variables que los catastrofistas, desde Malthus hasta Ehrlich, no consideraron? La capacidad productiva (producir cada vez más) y preventiva (control de la natalidad) del ser humano. Por ejemplo, Malthus tomó en cuenta la capacidad germinativa de la tierra y la capacidad generativa del ser humano (sin olvidar que las estadísticas demográficas que usó para elaborar su ensayo se las proporcionó Benjamin Franklin y correspondían a los Estados Unidos, cuya población estaba creciendo considerablemente, pero no por nacimientos sino por inmigración), pasando por alto la capacidad productiva (que tuvo sus primeros éxitos en la producción de alimentos en el siglo XIX) y preventiva (que empezó a dar resultados en la década de los sesenta del siglo pasado).

Para ampliar y profundizar sobre el tema de la población y el crecimiento demográfico véase: https://www.fraserinstitute.org/sites/default/files/ExplodingPopulationMyths.pdf.