Gabriel Morales Sod

El lado oscuro del mundial de Qatar

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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A sólo tres días para el inicio del Mundial de Qatar 2022 la emoción recorre los cuerpos y mentes de los más de dos mil millones de espectadores que disfrutarán del gran espectáculo del futbol. Pronto se gritarán los goles y se sufrirán las derrotas y así, en un ambiente de celebración y júbilo por el evento deportivo más importante del planeta, poco a poco se irán olvidando a los miles de trabajadores que perdieron la vida en la construcción de este ambicioso proyecto de Estado y la enorme corrupción que le permitió al reino de Qatar —un régimen autocrático con un terrible récord de violaciones a los derechos humanos— la oportunidad de presentarse al mundo como un país del futuro.

Algunos dirán que quienes seguimos criticando la celebración del Mundial en Qatar somos unos aguafiestas. Más fácil sería simplemente encender el televisor, apoyar a la Selección Mexicana y disfrutar de la belleza de los novísimos estadios. Sin embargo, después de las revelaciones de las investigaciones del FBI sobre la rampante corrupción en lo más alto de la FIFA, que dejaron en evidencia a una organización en descomposición cuyo principal objetivo es el enriquecimiento personal, es casi imposible disfrutar del espectáculo deportivo sin imaginar el sufrimiento humano detrás de la fiesta del futbol internacional.

Cuando Qatar anunció su candidatura al mundial nadie creyó que esta pequeña península, sin tradición futbolística, lograra ganar el concurso. A diferencia de su rival, Estados Unidos, que cuenta con una infraestructura prácticamente lista para celebrar un Mundial, el reporte de la propia FIFA sobre la candidatura de Qatar apuntaba claramente que el país no estaba listo para albergar la justa deportiva. Para poder celebrar el Mundial, Qatar tenía que construir doce estadios de la nada, remodelar ampliamente otros tres, y construir prácticamente de cero decenas de hoteles y rutas de transporte para recibir a los miles de visitantes. Es por esto que a muchos les sorprendió su victoria en la terna. Conforme pasaron las semanas después de su elección, distintos medios revelaron que el reino compró la victoria por medio de corrupción. El más impresionante de los escándalos fue una serie de videos que mostraron al líder de la misión de Qatar frente a la FIFA entregando sobres con 40,000 dólares en efectivo a decenas de representantes de los países del Caribe para comprarles su voto. El escándalo de corrupción terminaría en el encarcelamiento de varios de los líderes más altos de FIFA y en la inminente renuncia de su exlíder histórico, Sepp Blatter; y, sin embargo, el Mundial siguió su curso.

La carrera desenfrenada del país para construir los estadios a tiempo pronto cobró víctimas humanas. Se calcula que alrededor de 5,000 trabajadores de países del sureste asiático murieron en la construcción de la infraestructura para el Mundial, muchos de ellos de insolación. Poco a poco, urnas funerarias fueron regresando a India, Nepal, Sri Lanka, Bangladesh y Pakistán con cientos de hombres que murieron en condiciones de trabajo prácticamente de esclavitud. Y sin embargo, el Mundial siguió y seguirá en curso hasta la gran final y nosotros consumiendo las decenas de anuncios que han convertido a FIFA en una empresa multimillonaria y corrupta ¿cuántas vidas valdrán los grandes goles que el planeta celebrará al unísono en unos días?