Arturo Damm Arnal

Progreso económico (7/10)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En los anteriores Pesos y Contrapesos expliqué cuáles son las condiciones que deben cumplirse, por el lado de la oferta, de la demanda y del poder adquisitivo del dinero, para minimizar la escasez y maximizar el bienestar.

Poniendo énfasis en la importancia que, en cada una de ellas, tienen las inversiones directas, que se destinan a producir bienes y servicios, con los que satisfacemos nuestras necesidades; a la creación de empleos, puesto que para producir alguien debe trabajar; a la generación de ingresos, puesto que a quien trabaja se le paga; empleos e ingresos que son condiciones para el bienestar, que depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que se dispone para satisfacer las necesidades, mismos que hay que comprar, para lo cual hay que pagar un precio, para lo cual se necesitan ingresos, para lo cual se necesitan empleos, que dependen de las inversiones directas. Todo esto: producción, empleos, ingresos y bienestar, depende de ellas. Su importancia es enorme.

¿Qué marco institucional es el que genera seguridad y confianza para que directamente se invierta lo más posible? El de la economía de mercado, que es en el sentido literal del término y también en el institucional.

Antes de hablar de la economía de mercado hay que hablar del mercado, que es la relación de intercambio entre compradores y vendedores, cuyo resultado es un bien común: bien porque ambas partes GANAN, común porque AMBAS partes ganan, y el que ambas partes ganen se debe a que cada una valora más lo que recibe (algún bien o servicio), que lo que da a cambio (el precio que paga y el bien o servicio que podría haber comprado con ese dinero: el costo de oportunidad). El intercambio (el mercado) es una conducta cooperativa, por la cual compradores y vendedores cooperan entre sí para elevar su bienestar.

Además hay que tener presente que el mercado, el intercambio entre compradores y vendedores, hace posible la división del trabajo, por la cual A produce pan y B vino, suponiendo que A es más productivo que B en la producción de pan, y que B es más productivo que A en la de vino, lo cual permite maximizar la producción de ambos satisfactores, minimizando su escasez. La división del trabajo, que aumenta la productividad y por lo tanto la producción, tiene sentido gracias al intercambio, ya que sin él A no dispondría de vino y moriría de sed, y B no dispondría de pan y moriría de hambre.

Son de mercado, en el sentido literal del término, las economías en las cuales el intercambio es la actividad económica central, en torno a la cual giran las demás, de tal manera que se produce para vender y se compra para consumir. La compra–venta (el mercado) es lo que conecta a la producción de bienes y servicios con su consumo.

Son de mercado, en el sentido institucional del término, las economías en las que, siéndolo en sentido literal, los derechos de los agentes económicos están plenamente reconocidos, puntualmente definidos y jurídicamente garantizados, derechos que son, en primer lugar, los naturales, con los que la persona es concebida, a la libertad individual y a la propiedad privada y, en segundo, los contractuales, los que la persona adquiere voluntariamente por así haberlo acordado con alguien más.

Continuará.