Arturo Damm Arnal

Secretaría de economía (5/5)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Expuse algunas razones por las que desaparecería la Secretaría de Economía, relacionadas con el hecho de que, en una economía de mercado en sentido institucional, una Secretaría de Economía, que tendría entre sus tareas la aplicación de políticas económicas, que modifican los resultados del mercado, no tiene sentido. El que en México tengamos una muestra que no tenemos, ni remotamente, economía de mercado en sentido institucional.

Retomo la pregunta que dio origen a esta serie: si desapareciera la Secretaría de Economía, ¿quién negociaría los tratados de libre comercio? Posible respuesta: la Secretaría de Relaciones Exteriores, que podría tener una Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, respuesta que no es la mía. ¿Por qué? Porque para tener libre comercio no hace falta negociar tratados. Porque el libre comercio es una cuestión unilateral, que depende de los gobiernos de cada país, no bilateral, que dependa de los tratados negociados por gobiernos de distintos países.

Hay libre comercio en los países en los cuales los consumidores, comprando o dejando de comprar, determinan la composición (el qué) y el monto (el cuánto) de las importaciones, de tal manera que se importa lo que los consumidores quieren, en las cantidades que quieren, sin ninguna intervención del gobierno, misma que implicaría algún tipo (desde prohibición de importaciones hasta imposición de aranceles) y grado (total o parcial; bajo, medio o alto; temporal o permanente) de proteccionismo.

Para tener libre comercio lo único que se requiere es que el gobierno permita que sean los consumidores quienes, comprando o dejando de comprar, determinen el qué (la composición) y el cuánto (el monto) de las importaciones. Que respeten el derecho a la libertad individual para decidir qué se compra, producto nacional o importado; a quién se le compra, oferente nacional o extranjero; en dónde se compra, en su país o en otro. Para tener libre comercio, cuestión unilateral no bilateral, no se necesita negociar tratados de libre comercio. Lo único que se requiere es que el gobierno respete, en lo relacionado con las relaciones comerciales de sus ciudadanos con los ciudadanos de otros países, la libertad individual, y no practique el proteccionismo, en ninguna de sus modalidades, en ninguno de sus grados.

Si en un país hay libre comercio, si está abierto a cualquier importación, algo propio de la economía de mercado en sentido institucional, su gobierno no está en condiciones de negociar tratados de libre comercio con gobiernos de otro país, porque no tiene, en términos de apertura a las importaciones de esos países, nada que ofrecer, ninguna carta para negociar, porque ya está abierto, a cualquier importación, de cualquier país.

Cito, de su libro La magia y el misterio del comercio, a Rigoberto Stewart: “La política óptima para un país, desde el punto de vista del bienestar económico de sus habitantes (…) es la apertura unilateral (…) política comercial que consiste en respetar el derecho de propiedad de los habitantes de un país, permitiéndoles el libre intercambio de sus bienes con otros individuos, sin importar su nacionalidad (…) y si esperar que otros gobiernos hagan lo mismo con sus ciudadanos”.

Y sí, yo desaparecería la Secretaría de Economía.