Arturo Vieyra

Finanzas públicas: por un espacio promotor del crecimiento

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
Arturo Vieyra
Por:

Los resultados de las finanzas públicas de la primera mitad del año resultan marginalmente positivos si se ajustan por el fuerte impacto que tiene la crisis económica sobre las cuentas gubernamentales.

Ha sido favorable el hecho de que, cuando la economía se desplomó 10% anual, el gasto del sector público se expandió 2.1% real con respecto a la primera mitad del año pasado y los ingresos se redujeron sólo 3.7%. Ello, podría denotar un sesgo contracíclico de postura fiscal; sin embargo, las dudas prevalecen sobre si este esfuerzo es suficiente y, principalmente, aceptable, dada la magnitud de la debacle económica.

Una evaluación más precisa sobre el desempeño de las finanzas públicas debe incorporar no sólo una visión de corto plazo, sino las consecuencias que puede tener en el mediano y largo plazo. Hay varios elementos que destacar de la política fiscal en la primera parte del año.

En primer lugar, y por el lado de los ingresos, sorprende positivamente que, frente a la caída económica y el desplome de los precios del petróleo que implicó una acentuada pérdida de ingresos petroleros (-41%), los ingresos públicos no se hayan desplomado en paralelo. Ello se debe principalmente a un esfuerzo recaudatorio muy importante que implicó que los ingresos tributarios mantuvieran su nivel real respecto al año pasado. Especialmente, es destacable la mayor recaudación del ISR. A pesar de este resultado, la recaudación de IVA y IEPS en mayo y junio ya mostró caídas importantes producto de la parálisis económica.

El mayor esfuerzo recaudatorio ha permitido al gobierno incrementar el gasto, especialmente en los programas sociales y en inversión. Cabe mencionar que la llamada “inversión impulsada por el sector público” avanzó 19% durante los dos primeros trimestres de este año, después de haber registrado cinco trimestres consecutivos de caídas anuales.

En consecuencia, al primer semestre, hay mayor gasto público, un esfuerzo exitoso por no dejar caer los ingresos en concordancia con la recesión y los petroprecios. Ello se tradujo en un pequeño superávit primario (60 mil millones de pesos). Es en este punto donde el cuestionamiento a la política fiscal es fuerte, pues queda la impresión de que el gobierno pudo haber gastado más para impulsar el crecimiento.

En este sentido, la polémica es grande, pues la propia crisis ha impuesto fuertes límites a la sustentabilidad fiscal. En especial, por el hecho de que, debido a la depreciación del tipo de cambio y a la caída del PIB, la deuda pública neta medida como porcentaje del PIB pasó de 44.1% en 2019 a 55.8% en el primer semestre de este año; es decir, a pesar de no ejercer ninguna línea de crédito disponible o emisión de deuda adicional, se registra un incremento de 11.7 puntos porcentuales.

Afortunadamente, hacia adelante, con la reactivación productiva en puerta, mayores precios del petróleo y los buenos resultados en la recaudación, se abre la posibilidad para una política fiscal más agresiva que logre apoyar de manera más firme el crecimiento del consumo y de la economía en general.