Bibiana Belsasso

La ola populista en América Latina

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bibiana Belsasso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Ayer hubo elecciones en Colombia, fue la primera vuelta de unas elecciones que determinarán el futuro, no sólo de Colombia sino de todo Latinoamérica. 

Gustavo Petro obtuvo el 40.44 por ciento de los votos, contra el candidato independiente Rodolfo Hernández, quien obtuvo 27.99 por ciento de los votos.

Fue amplia la ventaja de Petro, candidato presidencial es un exdirigente de la guerrilla del M-19, un hombre de izquierda. Es la tercera vez que busca la presidencia de Colombia, y es líder fundador de un movimiento llamado Colombia Humana. Hoy es candidato de la coalición de tres partidos Pacto Histórico, Colombia Humana y Unión Patriótica.

Son muchas las coincidencias que existen entre el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador y Gustavo Petro.

Si el próximo 19 de junio, que es la segunda vuelta electoral en Colombia, gana Petro, llegará a la presidencia luego de haberlo intentado en dos ocasiones anteriores.

Colombia ha dado un giro en su vida política, los ciudadanos salieron a votar para buscar un cambio, alejado del llamado establishment.

Gustavo Petro, candidato del Pacto Histórico, logró un 40 por ciento de los votos, es un exguerrillero y exalcalde de Bogotá que lleva 20 años en la política. Opositor al gobierno durante años.

Es el primer político de izquierda que gana una ronda electoral, con 8.5 millones de votos; con ello superó, incluso, su propio récord de 8 millones alcanzado hace cuatro años, cuando perdió la segunda vuelta con Iván Duque, actual presidente.

El otro candidato es Rodolfo Hernández, quien obtuvo 28 por ciento de los votos, es decir, poco más de cinco millones de sufragios, pasó de ser un exitoso constructor de vivienda social a alcalde de Bucaramanga.

Hernández, de 77 años, era un desconocido a nivel nacional hasta hace seis meses. Es un empresario que se hizo famoso debido a sus comentarios polémicos, su lenguaje coloquial y propuestas poco posibles de cumplir, pero que en el discurso suenan atractivas. Esto lo hace ver como un candidato cercano a la gente.

Algunos lo llaman “El Trump colombiano”, que, con una fortuna propia, se convirtió en un político independiente que busca llegar a la presidencia.

Triunfo en primera vuelta

El aspirante izquierdista Gustavo Petro (centro) celebra junto a su familia y equipo de campaña, el pasado domingo.
El aspirante izquierdista Gustavo Petro (centro) celebra junto a su familia y equipo de campaña, el pasado domingo.Foto: AP

Petro y Hernández buscan gobernar el país sudamericano por cuatro años. Y ambos representan un cambio drástico, aunque de manera distinta, con un electorado que suele ser conocido por su alto grado de abstencionismo.

La importancia de las elecciones presidenciales en Colombia radica en que hasta hoy es el país latinoamericano que nunca ha sido gobernado por la izquierda, es un aliado a los gobiernos capitalistas y desarrollados como Estados Unidos y siempre ha mantenido una de las economías más estables en la región.

 Es más, mucha de la seguridad en ese país se logró por los convenios de colaboración con Estados Unidos, logrando una seguridad que se tenía perdida. Había zonas de Colombia que estaban prácticamente tomadas por la guerrilla y por el narcotráfico. Carreteras por las cuales no se podía ni siquiera circular.

Se firmaron los acuerdos de paz y Colombia lleva años con una mucho mayor estabilidad económica y de seguridad. El turismo se reactivó, y fue cuando surgió el slogan: “el único riesgo de venir a Colombia es que no te vas a querer ir”.  Expertos dicen que con la llegada de Gustavo Pietro esta estabilidad se podría ver afectada.

Pero la gente en Colombia busca un cambio y lo demostró con la alta votación al candidato de izquierda.

Expertos dicen que esta izquierda en Colombia se debe principalmente a la insurgencia, que sigue viva y que está ligada al narcotráfico desde los años 90. La guerra de guerrillas no solo afectó el discurso y la reputación de la izquierda política, sino su conformación porque siempre ha permanecido con divisiones internas.

En este país siguen vigentes grupos como las Fuerzas Revolucionarias de Colombia, las FARC, y la guerrilla más longeva el ejército de Liberación Nacional, el ELN.

Las elecciones en Colombia son una muestra de lo que ocurre en toda Latinoamérica, donde los gobiernos de derecha y centroderecha se han desdibujado ante un panorama de desigualdad, corrupción, malas gestiones y el estancamiento de las economías.

Y sí, han habido abusos en los gobiernos anteriores donde cada día hay mayor desigualdad.

Pero volteando a ver lo que ha sucedido en otros países de Latinoamérica como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Argentina y hasta en México, no sólo no se ha logrado disminuir la brecha de la desigualdad y darles un mejor nivel de vida a sus ciudadanos, sino que se ha desmotivado la inversión extranjera y cada día hay más pobres.

Un estudio de Bancolombia muestra que el populismo, tanto de los gobiernos de extrema izquierda como de extrema derecha, reducen la dinámica de las economías, incrementa la deuda pública y no generan cambios significativos en los indicadores de desigualdad.

Mientras gobiernos populistas abarcan Latino América, estos cada vez están más lejos de Estados Unidos.

Hoy, China ve  una gran oportunidad de establecer lazos políticos y comerciales con todos estos países latinos que se inclinan por ideologías de izquierda.

Latinoamérica está cambiando hacía otro tipo de regímenes.

En México en 2018 con la llegada de Andrés Manuel López Obrador.

Para 2019, en Panamá eligieron un gobierno de centroizquierda con Laurentino Cortizo y ese mismo año en Argentina regresó el peronismo con Alberto Fernández.

En 2020, Luis Arce se impuso a sus rivales conservadores para convertirse en presidente de Bolivia. Se comprometió a ampliar el legado del exlíder Evo Morales.

Y el año pasado en Perú, Pedro Castillo, un maestro de escuela rural, derrotó por un estrecho margen a la candidata derechista a la presidencia, Keiko Fujimori.

Como parte de su discurso, en noviembre pasado, Pedro Catillo ordenó vender el avión presidencial, dijo que era una medida de austeridad para que los recursos sean destinados a salud y educación.

En Honduras, Xiomara Castro, una candidata de corte socialista venció a su rival conservador con mucha facilidad, al proponer un sistema de renta básica universal para las familias pobres.

Gabriel Boric, de 35 años, también triunfó en Chile, fue activista estudiantil, venció a un rival de extrema derecha con la promesa de aumentar los impuestos a los ricos para ofrecer pensiones más generosas y ampliar enormemente los servicios sociales.

Después de Colombia, la siguiente elección presidencial en Latinoamérica tiene escala en Brasil, en octubre, Jair Bolsonaro, con un régimen de extrema derecha, enfrentará a un viejo conocido Luis Inácio Lula da Silva, un izquierdista que gobernó Brasil de 2003 a 2010.

Pero a diferencia de muchos otros presidentes de izquierda, Lula nunca se peleó con las inversiones a su país, y mantuvo una situación económica estable para poder tener dinero y apoyar a su gente para salir de la pobreza, y ese fue su gran éxito. Algo que no están haciendo en otros países latinoamericanos, quienes cada día tienen más gente en pobreza.

De acuerdo con las encuestas, Lula tiene una ventaja de 50 puntos porcentuales debido a que el país enfrenta un incremento de la pobreza y de la inflación.

Lo que vemos es que el péndulo gira radicalmente de izquierda a derecha y viceversa. La gente quiere cambios, aunque éstos no necesariamente les den una mejor calidad de vida.

Ahora con la elección en Colombia, se definirá gran parte de lo que sucede en toda la región latinoamericana.