Bibiana Belsasso

Los talibanes, de regreso

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bibiana Belsasso 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El avance de los talibanes y la toma de Kabul, en menos de una semana, ha sido de las noticias más devastadoras de los últimos tiempos en el mundo.

Las preguntas que se hacen en muchas partes son ¿si la presencia de tropas norteamericanas por más de 20 años en Afganistán valió la pena?, ¿si se justifica la muerte de más de dos mil solados estadounidenses?

La realidad es que sin esa intervención, sin la presencia de tropas estadounidneses, millones de vidas más hubieran estado en peligro, y los derechos humanos de las mujeres en ese país, eliminados.

Hay que entender: fue una intervención en contra del terrorismo.

Estados Unidos entra a esa guerra en Afganistán, poco después de los atentados del 11 de septiembre del 2001, cuando las Torres Gemelas colapsaron a causa del atentado  por el cual se responsabilizó a Osama bin Laden y a los talibanes.

Al cercarse Afganistán, los aliados de Bin Laden se vieron debilitados y finalmente éste fue derrotado en Pakistán.

El inicio de la guerra en Afganistán es una guerra contra el terrorismo, buscando que llegara la democracia a ese país.

En el camino, Estados Unidos preparó a más de 300 mil soldados afganos para que ellos le hicieran frente al Talibán. Algo pasó, la estrategia no funcionó en 20 años. Millones de dólares se invirtieron en entrenamiento y capacitación.

Pero la gran mayoría de estos soldados afganos eran analfabetas, no supieron  o no quisieron trabajar con las armas, o simplemente no quisieron librar esa guerra contra el Talibán; autoridades estadounidenses aseguran que no construyeron su ejército porque fueron corrompidos por autoridades afganas.

Estados Unidos y sus aliados pensaron que, preparando a estos soldados, quienes en número triplicaban a los talibanes, se iba a poder restaurar la paz y la democracia, pero no fue así.

Desde la administración de Donald Trump empezaron los acuerdos para repatriar a las tropas estadounidenses. Finalmente, esa decisión la toma el presidente Joe Biden, a quien hoy se le acusa de haber empezado el retiro de las tropas estadounidenses sin una planeación adecuada.

La incursión de las tropas de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán sirvió para, entre muchas otras cosas, restablecer los derechos de las mujeres en ese país.

Solos a su suerte

Cientos de personas, en su mayoría hombres, corren tras un avión militar de EU
que salía de Afganistán, luego de que los talibanes tomaran la capital Kabul, el lunes.
Cientos de personas, en su mayoría hombres, corren tras un avión militar de EU que salía de Afganistán, luego de que los talibanes tomaran la capital Kabul, el lunes.Foto: AP

Antes de ser expulsados del país de Medio Oriente, el Talibán se regía estrictamente por las reglas de un Islam extremo.

Ahora, aunque los líderes talibanes traen un discurso menos agresivo, la realidad es que volverán a mantener el régimen de control y terror contra la población, pero, sobre todo, contra las niñas y mujeres.

Ayer, los talibanes declararon amnistía en todo Afganistán y pidieron a las mujeres sumarse a su gobierno. Han sido cautelosos y han tratado de presentarse como si fueran más moderados.

La realidad es que no serán más moderados, y el régimen de terror contra las mujeres ya está de regreso en Afganistán. En este momento, lo que busca este régimen extremista es seguir recibiendo apoyo internacional, como el de Alemania, que estaba aportando recursos para el desarrollo de ese país, y ha suspendido ya el financiamiento con la llegada del nuevo régimen.

Ahora, regresarán las prácticas de obligar a las mujeres a vestir con burka.

Según los talibanes, las mujeres no pueden enseñar el tobillo, si llega a quedar al descubierto por cualquier razón, es motivo para castigo. La imagen de la mujer ni siquiera puede verse en el agua o espejo. Los colores están prohibidos, sólo el negro puede ser parte de su vestimenta.

Las mujeres no tienen permitido reír u opinar, o conversar en público, y mucho menos con un hombre que no fuera su padre, esposo o hermano.

A partir de los 10 años, las niñas abandonan la escuela y son forzadas en matrimonio desde muy pequeñas.

Estudiar o tener una profesión era impensable bajo el régimen Talibán; para este grupo extremista, la mujer sólo tenía una función primordial: servir al hombre, todo justificado con la religión. Durante los pasados 20 años, la mujer estudiaba y trabajaba. Hoy, ya no pueden seguir estudiando.

Las flagelaciones y ejecuciones, incluso la lapidación por adulterio, eran prácticas habituales en las plazas y estadios de las ciudades, y regresarán.

Pensar en estudiar o leer, o buscar destacar en el ámbito profesional, educativo o político, estaba fuera del alcance de las mujeres en Afganistán. Lo pudieron hacer durante los últimos 20 años, ahora regresará esa prohibición.

Ponerse tacones es impensable, y salir a la calle sin su padre, hermano o marido, también.

Pero además, las mujeres no pueden estudiar ni trabajar, entonces no habrá doctoras. Pero tampoco estas mujeres pueden ser vistas por un hombre, así que las eliminan de los servicios de salud.

Tras la caída del grupo terrorista en el 2001, era difícil ver a una mujer salir a la calle, pues permanecían temerosas, muchas permanecían resguardadas y cubiertas con su burka.

Tuvieron que pasar meses para que superaran el miedo de salir a la calle.

Con el control estadounidense, miles de solicitudes de trabajo por parte de mujeres llegaron a los organismos de gobiernos, mientras los encargados de levantar al Estado prometieron que la mitad de los cargos en el parlamento serían entregados a mujeres.

Hoy, todo parece indicar que en Afganistán regresarán las prácticas que les robaron sus derechos humanos a las mujeres, a menos de que salgan de ahí, no tendrán ninguna oportunidad.

Veíamos las imágenes de aquellos que intentaban salir del país, la mayoría hombres. El mundo no se puede olvidar de las mujeres y los niños de Afganistán.

Porque, además, el mundo está en riesgo de nuevos ataques terroristas por parte de estos grupos extremistas.