La espera y la memoria

LAS CLAVES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Adriana Dorantes (Ciudad de México, 1985): poeta y narradora que se alzó con el Primer lugar en el Certamen Internacional de Poesía Bernardo Ruiz 2009. En 2014 publicó su primer libro de cuentos Vendrá la muerte y tendrá tus ojos y su segundo poemario, Entre mares alados. Asimismo, fue reconocida con el Segundo Lugar en el Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero 2015, organizado por la Editorial Verso Destierro. En 2016 dio a conocer su tercer cuaderno de versos: ¿No habrá puerta de salida?

La espera y la memoria (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2022), reciente poemario de Dorantes que nos lleva al célebre comienzo de la novela Ana Karenina de Tolstoi: “Todas las familias felices son más o menos diferentes; todas las familias desdichadas son más o menos parecidas”. También recordamos la estrofa del poema “Hace algún tiempo” de Fabián Casas: “Hoy nos encontramos en la calle. / Ella estaba con su marido y su hijo; / éramos el gran anacronismo del amor, / la parte pendiente de un montaje absurdo. / Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia”.

Catálogo lírico donde la familia aparece dibujada sin compasiones ni clemencias: “En el hotel nos acomodaron en una habitación “familiar”: cama matrimonial y litera. // Ella no era mi madre. / Quien dormía con ella, abrazado, no era mi padre. / Él, acomodado en la litera de arriba, no era mi hermano. // A los ojos de muchos éramos una familia. / Así se ven las familias. // Ella se esforzaba por mantener las simulaciones. / Ellos, un matrimonio feliz. / Yo, ahora con un hermano”. El lector tiene ante sus ojos un tejido de voces anidado por ausencias, silencios y deseos postergados.

“Este libro nace de muchas preguntas que durante mi vida me he estado haciendo en los recodos de mi intimidad. Todo tuvo un momento concluyente: en una consulta médica me preguntaron por los antecedentes clínicos familiares, me di cuenta del agujero que existía del lado de mi padre, a quien nunca conocí. Empecé a explorar en la historia de mi familia y corroboré la dimensión del abandono de mi padre”, me dijo Adriana en una conversación que sostuvimos. “Miro a mi padre y puedo palpar el misterio, /un pozo de mentiras, /una lengua de serpiente, / una peste que aniquila”.

Memoria y pasado en conjugaciones de fragmentos de cristales rotos enlazados con el silencio, de itinerarios por franjas que dialogan con la sombra, de tiempos donde los sueños son conjuraciones y la casa familiar un espacio insondable habitado por “gente enferma de nostalgia”. Aquí los propósitos se agolpan en los acasos de azares superpuestos en “designio de la nada y la casualidad”. Confiesa Adriana: “Crecí bajo el calor de mi madre, unas tías y de un abuelo severo que se lamentaba por haber tenido muchas hijas y sólo un hijo varón. Mi abuelo determinaba los actos de sus hijas. La figura masculina se imponía y era intocable, un sagrado misterio”. Cuaderno erigido por recordaciones enlazadas con el anhelo, la soledad, la ternura y los afectos con influjos evidentes de Enriqueta Ochoa, Rosario Castellanos, Joan Didion y Alejandra Pizarnik. “La palabra es un arma, / mi cuestionamiento inició los incendios / pero las llamas no arrasaron con la memoria”.

Portada del libro "La espera y la memoria"
Portada del libro "La espera y la memoria"Foto: Especial

La espera y la memoria

  • Autora: Adriana Dorantes
  • Género: Poesía
  • Editorial: UANL, 2022